Desde que descubrí a Javier Cercas con el libro Anatomía
de un instante, una extraña mezcla entre ensayo y ficción contada desde
un punto de vista muy personal y con una narración llena de aristas, me dije
que había descubierto a un escritor diferente y singular.
Después llegaron Soldados de Salamina y El
impostor (que cronifiqué en este mismo blog)
otro experimento de no ficción lleno de ficción y finalmente
Las leyes de la frontera.
Así que cuando me enteré del #premioplaneta2019,
otorgado a su novela Terra Alta pensé que esa imagen de
singularidad y trayectoria alternativa se había roto para siempre. No es que
quiera yo demonizar los Premios Planeta, ni mucho menos, pero uno escucha de
todo en torno a ellos y siempre le queda la duda de hasta cuánto hay de ganado
y hasta cuánto de programado por el marketing de las grandes editoriales.
Aun así, durante mi primera semana de vacaciones por tierras
albaceteñas lo eché en mi maleta y me conjuré a espantar los espíritus negativos
para adentrarme en las tierras de Gandesa y alrededores que también conozco.
Y la novela me sedujo desde el primer momento. Me llevó a
ese lugar en el que un lector queda enganchado con una historia que va adelante
y atrás, de la relación personal de su protagonista a la familiar pasando por
la profesional y recorriendo los recovecos de los momentos oscuros que nadie
querría recordar, la tristeza de las pérdidas y los retos que la vida le
plantea a cada uno en el devenir de su camino.
Todos hemos leído muchas novelas policíacas en las que el
principal investigador o policía tiene un pasado oscuro y vive un presente
brillante, sin embargo la forma en que Javier Cercas imbrica la trayectoria de
Melchor, con su pasado, con su presente y con el que podría ser su futuro es
magistral.
Por supuesto, la intriga sobre el asesinato central de la novela
está magníficamente diseñada, de modo que cuando parece que ya se ha resuelto y
aún quedan casi cien páginas de novela, te preguntas por qué se desvela en ese
momento y qué más puede ocurrir. Y la verdad es que no desmerece nada la última
parte. Añade mayor intriga, congruencia y redondez a la historia.
La narración sobre la Terra Alta, las tierras de Gandesa y
alrededores me han gustado especialmente por su singularidad, y porque no es
habitual situar una novela en un lugar como ese. Buena elección, sin duda.
Hay en la novela una reflexión también acerca de la
justicia, sobre si la justicia absoluta lo es realmente o no y me parece muy
pertinente en estos tiempos que corren.
Rescato pues a Javier Cercas a ese olimpo de los escritores
singulares en el que lo tenía, pues Terra Alta me ha parecido una novela digna
de él, del momento que vivimos y, quizá, del Premio Planeta 2019.
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