Los primeros años 2000 (los que van del 2001 al 2010
aproximadamente) son los años de la indefinición musical. No surgió en la escena
musical contemporánea ningún estilo o tendencia que pueda ser considerado como
el característico de esos años. Si en los 90 fue el Grunge o en los 2010 el
Trap, los primeros años del siglo quedan huérfanos de etiqueta. Por eso siempre
es de agradecer descubrir bandas que se adentran el denominado “Postrock”
surgidas durante ese comienzo de siglo, porque se trata de un estilo de música
atemporal que envejece bien y aporta calidad.
Este mes de agosto he descubierto una banda suiza (creo que
es el primer grupo suizo destacable que conozco), The Evpatoria Report, nacida
en 2002 e incorporando a la estructura básica de una banda de rock un violín y
un teclado para crear un rock instrumental (típico de las bandas de postrock)
que combina fuerza con sensibilidad.
El nombre del grupo es evocador. Proviene de la ciudad
Evpatoria, situada en la península de Crimea, donde una antena parabólica envía
mensajes al espacio intentando describir cómo es la vida en la tierra. ¿Se
puede ser más ambicioso?
https://www.youtube.com/watch?v=IfeHVZYxXxo
https://www.youtube.com/watch?v=IfeHVZYxXxo
The Evpatoria Report comparten algunas cosas con otras
bandas que me gustan: La primera, su escasa prodigalidad, tres álbumes en 18
años es una factura escasa, al modo en que lo hacían The Blue NIle, y con
quienes comparten esa elegancia en el sonido. Canciones muy largas, una de
ellas supera los 19 minutos de instrumentalidad densa y sensible, con rutinas
rítmicas y melodías que ensalzan los hips de la canción, al modo de las versiones
largas que le encantaban a Robert Smith (The Cure) the Faith en directo, por
ejemplo. Y por supuesto el ADN que comparten con bandas de las que soy fan
absoluto como Mogwai o If these trees could talk.
He descubierto al grupo con su último disco titulado Maar
(publicado en 2008), 54 minutos distribuidos en tan solo 4 piezas extensas y
cargadas de densidad sonora, musicalidad exacerbada y postmodernidad del siglo
XXI.
Una delicia que os recomiendo no dejéis escapar.
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