viernes, 31 de marzo de 2017

Carta a mi profesor de matemáticas - Laureano

Benicàssim, 30 de Marzo de 2017

Querido Laureano

Han pasado más de veinte años desde la última vez que nos vimos y confío en que la vida te haya tratado bien. He sabido hace muy pocos días que sigues viviendo en Zaragoza y que continuaste dando clase en el colegio hasta que te retiraste. Eso me llena de alegría porque significa que habrás insuflado tu pasión por las matemáticas a decenas de niños y adolescentes a lo largo de los años.
Siempre recordaré con cariño lo bien que lo pasaba en tu clase. Cómo conseguías convertir una materia difícil (las integrales dobles, los límites y las derivadas de polinomios no resultaban fáciles de digerir para muchos) en una hora de continuo interés por aprender más y más.

Eras único para conseguir la participación de todos y motivar hasta el más anodino de tus alumnos. Comenzabas tus explicaciones con la pura teoría, alejada del mundo real pero cuando terminabas tu clase el tema que habías tratado había finalizado en un ejemplo práctico y de nuestra cotidianidad que todos comprendíamos. Siempre nos sorprendías con ejemplos inimaginables, aproximaciones sorprendentes a conceptos ultra teóricos y tu lenguaje cordial y muy nuestro nos hacía comprenderlo.

Y transcurrieron los años, y aprendimos contigo la trigonometría, la ley de probabilidades, los sistemas vectoriales y el cálculo de superficies con integrales múltiples.

Contribuiste a estructurar nuestra forma de pensar y a utilizar la lógica y el sentido común por encima de todo, algo que jamás podré agradecerte lo suficiente.

El motivo de mi carta es contarte que mi hijo Arturo, que ahora tiene veinticuatro años, va a aceptar el puesto de profesor de matemáticas de secundaria que tú ocupaste durante tantos años. Lo he sabido hoy mismo y me ha llenado de tanta alegría que lo primero que he querido hacer es contártelo. Le he hablado a él de ti en muchísimas ocasiones así que es casi como si le hubieses dado clase a él.

Confío en que Arturo te tenga como referente y consiga al menos emular tu proeza, la de inocular el amor por las matemáticas y por el estudio, por la curiosidad de aprender y por la capacidad de pensar y de tener un sentido crítico a nuestros jóvenes.

Muy pronto iremos a visitarte. Aguardo con ilusión ese momento y te envío un abrazo enorme en mi nombre y el de mi hijo

Con todo nuestro afecto


Francisco

domingo, 26 de marzo de 2017

OBSCURE – concierto La Bóveda (Barcelona) – 17-3-2017

Nunca había acudido a un concierto con paraguas, pero la tarde del pasado viernes en Barcelona resultó monzónica, quizá algún seguidor de The Cure había entonado antes la melodía de Prayers for Rain. La cuestión es que llovía copiosamente y eso hizo que aún llegase más deprisa  a la sala La Bóveda. Era mi primera vez en este local que me pareció de un tamaño idóneo, suficientemente grande para acoger a unas 300-400 personas , con muy buen sonido, ambientación y distribución que permite estar cerca del grupo que actúa en cualquier momento.

Era también la primera vez que iba a ver actuar a OBSCURE. Acudía con un auto-handicap, el del hecho de tener todavía muy reciente en la memoria el concierto de los Cure en Barcelona que fue espectacular. Con eso y con todo, lo que ya había visualizado por la red sobre OBSCURE prometía.
El concierto tuvo una evolución lógica en mi opinión. Comenzaron con las canciones más oscuras. Su actuación ofreció un sonido rotundo, fiel al original que envolvió la sala de melodías lánguidas y pausadas. Sonó brutal Shake dog Shake, y otros cuantos temas protagonizados por una batería dominadora, que comenzaba y terminaba las canciones, el bajo de Carlos mecánico, guiando la melodía de forma esquemática, como lo hacen los Cure, y ofreciéndonos una pose más parecida a la de los Clash, más estático y no tan saltimbanqui como Simon Gallup (que a veces marea) y que yo agradecí sobremanera a Carlos.

Sonaron canciones oscuras como One hundred years y pequeñas joyas poco habituales como The drowning man, sencilla, quieta y pesimista, como a mí me gusta.
Obscure pasaron a una segunda parte más pop, y ahí la sala se vino arriba. Todo el mundo bailando las melodías de The Walk, Just Like Heaven, Lullaby, Pictures of you y el hit con el que descubrí a los Cure (y que me convirtió en cierta forma en lo que soy), Why can’t I be you? Los cuerpos desinhibidos, coreando las letras archiconocidas y disfrutando de las melodías entrelazadas que tan bien ejecutaron Marcos y David.
La traca final llegó después de la dedicatoria que Horacio nos hizo a todos los miembros de Hispacure y consistió en los mejores y más conocidos singles: A forest, Friday I’m in love, Boys don`t cry y Killing an Arab que sonó más actual que nunca 38 años después de haber sido compuesta.

La actitud, la pose, la voz y los diferentes sonidos guturales de Horacio son auténticos, te enganchan,te animan a quererle, a idolatrarle y a pedirle más y más.

Una noche memorable, en la que OBSCURE ganaron un fan incondicional conmigo, una, en la que conocí a Ernest Cure, un crack y con el que espero en futuro próximo hacer una acción cultural relacionada con mi novela en la que The Cure son también protagonistas y a otros miembros más que interesantes de Hispacure, comunicada a la que me sentí inmediatamente integrado.

Os doy la enhorabuena, OBSCURE!!! Habéis dado la talla sobradamente y habéis conseguido algo difícil, que me olvidase por completo del concierto de los Cure en Barcelona.


Termino mi crónica del concierto con una pregunta: ¿Para cuándo alguna composición propia?

jueves, 23 de marzo de 2017

EL CALDERO MÁGICO

Luisa necesitaba un milagro. Su pequeñita nació con una malformación de corazón y requería un trasplante. La incertidumbre de cuándo aparecería el donante la llevó a intentarlo todo, incluso rezar. Sin embargo, los meses transcurrían y cada vez la salud de su hija se debilitaba. Por ello, su cuñada organizó una alternativa: visitaría a la bruja Palmira. Luisa no creía en esas cosas pero tampoco tenía nada que perder.

Llegó a Gran Vía, veinte. Miró el portal y pensó que se trataba de un error. Aquello era el restaurante El Caldero Mágico. La fachada era morada y de sus ventanas en forma de ojos colgaban lamparitas de ámbar con forma de lágrima. Decidió entrar. Un camarero escuálido le pidió que escribiese su más ansiado deseo antes de sentarse. Le pareció grotesco, pero aun así, escribió: “Un corazón para mi hija”. Se sentó y eligió el menú número cinco: Lo imposible no existe, se llamaba. Una sopa contundente de calabacín y remolacha, seguida por carne estofada con setas y tarta de chocolate y fresa. Para beber, jugo de arándanos con ingrediente secreto. Aquello la animó un poquito, pero como no había encontrado a la bruja, regresó. Al entrar en casa, ver a su hija llorando la resquebrajó, pero entonces sonó el teléfono. La apremiaban a ir al hospital en una hora. Acababa de aparecer un corazón para su hija, el de un niño fallecido en un accidente de coche a la altura del número veinte en Gran Vía.

miércoles, 15 de marzo de 2017

TRANSPARENTE


Me parece increíble. Yo, que soy algo tímido, cerrado en mi mundo y con cierta dificultad para socializar. Que no expreso jamás mis sentimientos en público, que adapto un carácter más bien frío, sajón, que por momentos parezco poco amigable para así vencer ese nosaberbienquédecir cuando estoy con alguien que apenas conozco. Y ese poco hablar presupone que no se me tiene que poder llegar a conocer demasiado, al menos hasta que se me trata un tiempo.
Y sin embargo hoy, un nuevo colega, indonesio y con un inglés macarrónico ha diseccionado mi carácter al día de conocerme. Me ha dicho en plan colega que como yo hablo con voz suave, con tono tranquilo y sin estridencias, parezco reflexionar bastante una idea antes de decirla y aunque me cuesta hacerlo, cuando la tengo clara lo hago, para que podamos tener una charla tranquila va a seleccionar un restaurante sin ruido. Me ha contado que él es muy como yo. Que tiene una paciencia enorme, es flexible en casi todo lo que trata y decide, le cuesta muchísimo alterarse o perder los nervios y, en las pocas veces que le ocurre, consigue retomar la normalidad en apenas unos minutos. Que le gusta la vida tranquila, la cotidianidad, el orden y la responsabilidad. Y que además se conforma con que le digan un “te quiero” y no un “ya sabes que te quiero”.
Nuestra conversación del último día me ha correspondido en un veinteporciento por un ochentaporciento a él, que me ha contado y dicho, y yo apenas he sacado temas comunes para que aquello no fuera un soliloquio. Y me he sentido a gusto, cercano a alguien que acabo de conocer, como cuando se viaja en silencio junto a un amigo con el que no estás obligado a hablar.
Desconocía hasta qué punto muestro esta transparencia a las personas con las que me relaciono. ¿Ser transparente es acaso sinónimo de autenticidad o de falta de personalidad?

Quiero creer que lo primero.

martes, 14 de marzo de 2017

Un viaje solo para hombres – Reseña de lectura

Comencé esta novela en el aeropuerto de Singapur con una cierta inquietud tras leer la dedicatoria que su autor me escribió durante la firma de libros: “Esperando que este viaje te resulte tan incómodo como emocionante”. Incomodidad y emoción me parecían dos sustantivos incompatibles para un mismo texto. Al principio sentí esa incomodidad, pero no por la historia en sí, sino por su estructura. Esa doble (y yo diría casi triple) vertebración de capítulos me hizo estar un poco perdido al comienzo. No entendía muy bien quién era quién y por qué contaba lo que estaba leyendo. Menos aún comprendí las notas a pie de página finales de algunos capítulos. Sin embargo esa incomodidad inicial dio paso a la emoción, la intriga, la incredulidad, diría, por momentos. Una sensación de que cada uno no parecía ser quien era según lo que relataba, de que el autor estaba jugando conmigo para confundirme, intentando hacerme creer que quien parecía una cosa representaba en realidad la propia del otro personaje. Y además, dejando por sentada su deseada asepsia en la presentación de los mismos.
Además, el lenguaje inicial, la descripción de la cotidianidad castellonense, tan cercana, tan reconocible, me hacía avanzar cómodo, en un entorno próximo.  En la página 107 el autor dice “sigo sin conseguir que me caiga mal” y es eso justamente lo que me ocurría a mí mientras avanzaba en la lectura. A la vez que conseguía que “cada vez me cayese peor el otro personaje”.
La realidad que narra es rotunda, actual y perversa y siempre nos remueve un poco más las entrañas que cada día nuestro noticiero televisivo se encarga de acostumbrar.
El libro lo empecé como he dicho en el aeropuerto de Singapur y lo terminé al llegar a Yakarta, de una sentada, de un tirón. No me dejó abandonar su lectura. Esa trenza de historias me obligó a continuar hasta el final, redondo y yo diría que plausible a la vez que real.

Yo he decidido que quiero que sea real y a la propuesta que Raúl nos hizo en el Corb sobre qué opinaríamos cuando lo terminamos, mi respuesta es que dos.

miércoles, 8 de marzo de 2017

TODOTERRENO



Reconozco que me ocurre cada día: me levanto con una sonrisa y espíritu positivo. He descansado y estoy feliz. Si además la noche anterior he podido llegar al orgasmo en uno de los pocos días que tengo la fortuna de tener sexo contigo, me siento una persona optimista, lista para comenzar el día.
Tras hacer los cuatro desayunos de la casa, recoger las habitaciones, organizar las mochilas de los niños y tu almuerzo, aun me permito el capricho de sentarme en el taburete de la cocina para tomarme, en apenas dos sorbos, el café con sabor avellana que ni te has dignado a prepararme.
Antes de cerrar la puerta siempre compruebo que mi imagen sea impoluta. Ese último retoque en el espejo del recibidor no falta nunca.
Llevar a los niños al colegio por la Ronda Litoral es una tortura. Aunque les alecciono para ir en silencio, terminan indefectiblemente riñendo cada día. Cuando descargo en la puerta del colegio bilingüe, que me obliga a trabajar horas extras para poder financiarlo, pienso que quizá hoy no tenga que repetir el suplicio de recorrer media Barcelona para recogerlos porque vas a ir tú.
Al llegar a la oficina, mi jefe está que trina. He llegado cinco minutos tarde, y eso que me he levantado a las seis de la mañana. Le contesto con la sonrisa y el optimismo que todavía, a pesar de todo, me queda.
El trabajo es rutinario. Sin aliciente, pero bien remunerado. Si resulta interesante, estresa y aumenta la carga de responsabilidades diarias pero a pesar de ello, disfruto.
Empleo los cuarenta y cinco minutos de la comida para recoger tu traje de la tintorería del centro comercial, donde aprovecho para comprar detergente y pasta de dientes para los niños, pues la de adultos les pica.
Regreso con diez minutos de adelanto al despacho, suficiente para zamparme el sándwich vegetal que me preparé ayer por la noche cuando todos estabais dormidos y yo terminaba de recoger la casa y dejar precocinada tu comida de hoy.
Salgo a las seis y literalmente corro para llegar a la peluquería y adecentarme un poco para la presentación que tenemos mañana en el Hotel Reina Sofía. Mientras estoy pagando, recibo un mensaje del colegio: los niños siguen esperando que alguien los vaya a recoger, así que me lanzo a la vorágine de la Litoral y conduzco alocadamente. Los dos están de morros, claro, llevan una hora esperando.
Ya de vuelta en casa, sin poder cambiarme, baño al peque y le pido hasta cinco veces al mayor que se bañe él a la par que preparo la cena y me pregunto dónde diantre estás.
Llegas pasadas las nueve con ganas de cenar y contarme que la entrevista de hoy no crees que haya ido muy bien. Aún me queda energía para animarte. Te entrego ese último resto de mi batería vital para que no te vengas abajo, cuando todavía tengo que terminar el texto de la presentación que mi jefe hará mañana, imprimirla, ensayar los tiempos que durará, prepararme el traje que llevaré, los almuerzos de todos y pensar en la comida y cena de mañana, pues tras la presentación tenemos organizada cena en el mismo hotel.
¡Caramba! Es la una y media de la madrugada y aún no he podido ni tomarme el café con aroma de avellana recalentado que preparé por la mañana y que consigue alejarme del stress diario.

Así que me permito tirarme en el sofá y, sin darme cuenta, el sueño me atrapa instantáneamente. Mi sueño vuelve a ser el mismo: veo a mi pareja con trabajo y compartiendo las tareas de la casa a las que solo yo presto atención. 

sábado, 4 de marzo de 2017

ELECTROHOME - Wazomagazine

WAZOMAGAZINE 

Mi colaboración con Wazomagazine aparece en las páginas 54-56 con un artículo y creación de Videoarte titulada "Video Electrohome". 

Espero que os guste mi artículo, el vídeo (creado de forma artesanal y cuya música también he compuesto) y que disfrutéis de todos los contenidos de Wazomagazine de Marzo que vale mucho la pena.!!


http://www.wazogate.com/revista/numero-11-marzo-abril-2017/