Partiendo de la base de que soy fan de la saga 007 a lo
largo de sus décadas, mi expectativa con esta última entrega, la última del
primer(y último) James Bond rubio no se ha visto colmada. Creo que a Sin
tiempo para morir (No time to die) le faltan y le sobran muchas
cosas: la primera que le sobra en mi opinión es metraje. 162 minutos de una
película que para un fan como yo se le hicieron largas significa que son
demasiadas. Mucho más largas aún para quien es un mero espectador. Y es que
durante esas 2 horas y cuarenta minutos de film hay varios momentos narrativos “valle”,
o sea, partes en las que la acción se detiene, el discurso cae a una anodina
representación sentimental, aburrida y excesiva que te desconecta de la
historia. Para mí este es el gran fiasco de esta película.
La segunda cosa que le sobra en mi opinión es las duplicidades:
O sea, dos villanos y dos agentes 007 interactuando. Sí, entiendo que han
querido hacer la transición a la que será la próxima agente femenina 007, pero
me parece que la química o la cámara no funciona. Me resulta postizo. Los dos
villanos divergen la atención del espectador sin llegar a saber quién es realmente
el malo malo y la supuesta competición entre James Bond y la futura 007 tiene
tal desnivel que no funciona.
En esta entrega pasamos de Kiev a Cuba para terminar en una isla
en disputa entre Rusia y Japón, con visitas a Noruega y a un paraíso indefinido
de características caribeñas. Aquí sí que acierta la película, en la elección
de los escenarios.
Otro de los aciertos en mi opinión es la participación de
Ana de Armas. Fresca, divertida, desinhibida y resolutiva. Muy bien por ella.
M (Ralph Fiennes) deja mucho que desear en su actuación. No
impacta, no destila autoridad ni seguridad, queda a mil años luz de la rotundidad
de Judi Dench.
La pareja de Bond, la francesa, que ya había aparecido en
anteriores entregas es para mi gusto un pan sin sal. O sea, ni fu ni fa.
En cuanto al tema principal, otra opinión plana. Sí, Billie
Eilish está muy bien, es muy mona y muy moderna pero su tema va de menos a más.
Empieza muy anodino pero tiene un final espectacular. Un aprobado (también
lejos del Skyfall de Adele)
Y para terminar, Daniel Craig. ¿Me lo parece a mí o se le
nota ya la poca gana con que ha hecho esta última película? Creo que ya ni en
los momentos clásicos de todas las pelis, cuando pide el Martini, cuando dice
cómo se llama y momentos similares, es el mismo Bond que fue.
Después de analizar a fondo la película y de haberme quedado
con un sabor agridulce, concluyo que lo fundamental, lo que es, quizá, el fallo
de esta última película de James Bond como tal, es que no la ha dirigido un
director británico (por primera vez en 25 películas). No es que quiera yo
ponerme exquisito con las razas ni nacionalidades, pero la forma de entender al
agente más british que existe y ha existido en la historia pasa (y mucho) por
ser también muy british.
Sam Mendes, anterior director, recaudó 750 millones de
dólares. Alto nivel para este nuevo desconocido director en España (Cary
Fukunaga), de raíces japoneso-estadounidense-noruegas que dudo que repita, si
es que hay una futura entrega.
Triste final para la saga. Me tengo que quedar con la
película que para mí es el culmen del agente Bond, la espléndida, clásica,
moderna, espectacular y explosiva SKYFALL.
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