Su éxito había sido fulgurante, tras una primera etapa de
impresionismo que fue evolucionando hacia la abstracción, su gran pasión. Para
ella era algo artificial. No podía creer que tras solamente 5 años de creación
hubiera llegado a exponer en el Reina Sofía y que tuviera una exposición
permanente en el IVAM.
Se sucedían entrevistas en programas de televisión, prensa
especializada, y escuchaba su nombre de las voces más “In” de la cultura
española cuando se les preguntaba por su pintora favorita.
Pero ella era crítica con la fama y con los críticos que la
habían encumbrado. A menudo encontraba vacíos los comentarios sobre su obra, ya
que solían quedarse en lo inmediato del efectismo abstracto, sin profundizar en
su significado.
Sofía era muy ácida en su blog. Se podría considerar que
toda artista que consigue alcanzar un estatus mediático debería tener
comportamientos histriónicos, ser a veces excesiva en sus declaraciones (véase
Lady Gaga). Pero ella no lo era conscientemente, o no al menos con el objetivo
de conseguir la fama.
Simplemente, era una inconformista con los convencionalismos
del mundo del arte.
Cecilia la conoció en una exposición de la fundación
Ibercaja en Zaragoza. Amante frustrada del arte abstracto, y pintora en
soledad, su trabajo mundano en el departamento de conservación del museo de
Borja relegaba su arte a la categoría de hobby. Aquella pequeña muestra
zaragozana le impresionó. Además, pudo conocer a su autora, Sofía Yanke, la
mediática pintora Zaragozana que había llegado a mencionar el mismísimo
Presidente en algunas ocasiones.
Se habían hecho cómplices nada más conocerse y tenían una
relación muy especial. Sofía, famosa y mediática, en el fondo odiaba la
popularidad mientras que Cecilia, artista en su privacidad, anhelaba poder
mostrar su arte al mundo.
Cuando se les ocurrió la idea, al principio les pareció un
poco bizarra. Al fin y al cabo la obra que iban a “retocar” estaba ya
catalogada y vigilada pues se exponía de forma permanente en la fundación
Ibercaja. Pero a ambas les pareció una buena forma de agitar las conciencias de
la modernidad y de mostrar la falsedad que rodea al mundo del arte en tantas
ocasiones.
La obra apareció simultáneamente en los dos lugares. En la
exposición permanente de Sofía Yanke del IVAM donde fue clamorosamente elogiada
y descrita como obra maestra e innovadora del concepto del arte abstracto y en
el museo de la fundación Ibercaja, donde siempre había estado exhibida antes de
haber sido “enviada al departamento de restauración de Borja para reparar el
daño que el tiempo había producido desde que se terminó en 1915.
El escándalo fue mayúsculo. Cecilia recibió todas las
críticas y adjetivos, incluyendo las múltiples peticiones de su cabeza desde
todos los sectores del arte. Críticos que no podían creer lo que se había hecho
durante su restauración con aquel cuadro, supuestos expertos, catedráticos en
historia del arte... Todos estuvieron de acuerdo en el crimen que se había
realizado con “Sueño en azul marino” .
Algunos de aquellos mismos críticos y expertos elogiaron
hasta lo indecible el cuadro expuesto en el IVAM: “Mar soñando en azul”.
Ninguno había reparado en ello. Pero aquel domingo en pleno
Prime time televisivo se emitió el documental que Cecilia y Sofía grabaron
durante el proceso de elaboración de los dos cuadros. Ambos en el mismo
momento, con el mismo pincel, la misma autora: Sofia Yanque y el mismo
resultado final, que iba acompañado por una fotografía de ambos cada uno en su
actual emplazamiento.
Los últimos titulares publicados tras aquella traición al
mundo del arte que sus expertos publicaron, indicaban que lo evidentemente
visto en el documental no era posible. Aquel montaje no se lo podía creer
nadie....