martes, 17 de julio de 2018

El hombre que se enamoró de la luna – Mi crónica de lectura

Llevaba muchos meses detrás de este libro. Me había sido recomendado por varios amigos, había leído muy buenas críticas sobre él y cuando Verónica Segoviano lo recomendó como su libro preferido en su ENTREVISTA SINGULAR me lancé a comprarlo sin pensarlo más.

Tom Spanbauer crea un personaje frágil, desde mi punto de vista, llamado Cobertizo, también conocido como Afuera-en-el-Cobertizo o Duivichi-un-Dua que nos contará su episodio vital hasta el descubrimiento de quién es él realmente. Y aunque de la lectura de la novela uno puede ver que Cobertizo será un niño-hombre curtido en la vida, que aguanta episodios muy duros, crueles y deshumanizados las más de las veces, y lo supera todo con valentía y hasta con normalidad, yo veo en él un subyacente, su dolor, su soledad temprana, su querer agradar a los demás y su incomprensión en muchos momentos de lo que el mundo le depara.

Es para mí el mayor acierto de la novela de Tom la utilización de los nombres. Los nombres indios y mormones con los que “bautiza” a todos los personajes y elementos que pululan por la trama de la novela. Son explícitos, reconocibles, obvios y nutren a la historia de verdad, de esencia singular.

Por supuesto, el mundo propio imaginado del autor es completamente evocador, reservas indias de la américa profunda a finales del siglo XIX en las que la homosexualidad y la libertad sexual en todas sus posibilidades deambulan con absoluta normalidad en el escenario por el que transitan sus personajes. Resulta paradójico, a veces surrealista y las más de las veces motivador, mezclar búfalos con pollas, travestis con hombres-con-agujero-de-mujer, mormones ultra religiosos, hoteles pintados de rosa, relaciones incestuosas, indios de ojos verdes, prostitución masculina y femenina, sin protección, claro, estamos en el siglo XIX…montañas desiertas, cuerpos masculinos afeitados, maternidad compartida, elementos gore, maltrato femenino, leyendas indias y sheriffs deshumanizados. Es lo más parecido a un western-punk que jamás he leído.

La lectura de El hombre que se enamoró de la luna, por cierto, solo el título ya es motivo suficiente para abordar esta novela, ha supuesto una explosión de múltiples sensaciones, sorpresa, risa, admiración, sonrojo, indignación, y sobre todo ternura hacia Cobertizo y su mundo.

Cuando la novela se acerca a su final y a crees haber asimilado la enormidad de la historia, el final te deja sin palabras, aturdido y sin saber si lo que has leído es realmente lo que deberías haber leído.


Creo que me voy a lanzar a por otra de sus novelas: La ciudad de los cazadores tímidos, no me digáis que con un título así no os apetece leerla!!!

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