Se trata de una novela negra que tiene los que para mí son
los tres ejes fundamentales para atrapar al lector:
-
Un investigador singular, en este caso ser
transformista y actuar en un cabaret, algo verdaderamente inusual en este tipo
de novelas
-
Dos líneas de investigación superpuestas que se
nutren una a la otra y que van del presente al pasado
-
La siembra, a lo largo de la narración, de
semillas que supondrán futuros enigmas a resolver y que ponen al lector en la
búsqueda de cuál puede ser la explicación
Son tres parámetros que podemos encontrar en todas las
grandes novelas negras o de misterio de la literatura clásica, y desde luego en
cualquier buena entrega de novela negra que se precie.
El acierto de Franc Murcia, para mí, es que teje una
urdimbre narrativa muy interesante, por su forma de utilizar el lenguaje, sin
grandes ambages ni florituras, lo hace en un entorno conocido y alcanzable, Santa
Coloma de Gramanet, y lo tilda de humanidad, a través de la mirada del Raspa,
cuyo desenlace nos lleva a lanzar una lágrima.
En la novela aparecen otros temas de plena actualidad, relacionados
con el poder de las clases poderosas sobre los desheredados, tema universal que
Franc utiliza de forma inteligente y certera, las diferencias generacionales o la
oscuridad de la época franquista en muchos temas.
Es sin duda un descubrimiento para mí el inspector Cantos, del
que ya tenemos nueva entrega y a cuya lectura nos lanzaremos en breve.
¡Enhorabuena por la novela!
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