Es difícil hacer una crónica de lectura de Tierra sin
desvelar ninguno de sus misterios porque justamente uno de los platos fuertes
de la misma es la cantidad de veces que el autor nos deja con la miel en la boca
y el anuncio o la insinuación de un nuevo enigma del que no sabremos su resolución
hasta unas cuantas páginas después.
Es, probablemente, la “marca de la casa” de Eloy como
escritor: generar esa necesidad de saber cómo terminará cada párrafo
inconcluso, cada argumento o descubrimiento insinuado y cada nueva trama
yuxtapuesta.
Tierra tiene, en mi opinión dos grandes aciertos,
imaginar un futuro (yo diría casi inmediato) en el que la manipulación y la
artificiosidad terminarán (si no lo han hecho ya) con lo auténtico de la
existencia humana. En ese sentido es tremendo adentrarte en la novela porque te
das cuenta de que no estamos tan lejos, quizá, de llegar a ello y lo que es
peor, que probablemente no haya forma ya de detenerlo. El segundo acierto es la
radiografía del hiperconsumismo al que el capitalismo nos ha trasladado y del
que seguramente no podremos nunca salir porque no hay alternativa.
Encuentro, sin embargo, en Tierra un pequeño pero que
yo le pongo y que sin duda se debe a mí como lector (y no al autor como tal),
que es el hecho de que a la novela le falta profundidad futurista, es decir que
se queda un poco a medio camino entre esa realidad futura que el autor nos
relata y cómo nos la ha pintado, un poco pasando de puntillas sobre temas y
detalles que podrían haber dotado de mayor verosimilitud a la misma.
No le quita, sin embargo, este pero ni un ápice de interés a su lectura que yo he devorado en dos tardes.
Sin duda el formato de la novela, con
capítulos muy cortos y la edición de la misma amplia, letra grande, espacios y
separación de capítulos contribuye a ese misterio que se retroalimenta y que te
obliga a continuar su lectura sin poder parar.
Una recomendación para todos, lectores exigentes y sesudos
(que la encontrarán excesivamente comercial y superficial), para amantes de la
televisión, que dejarán de mirarla con los mismos ojos y para lectores
entretenidos, que se lo pasarán pipa con ella, adentrándose en el mundo de la
sorpresa de Eloy Moreno.
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