Sin embargo me fue recomendado por una persona de confianza
y además su título y su portada, en el que unos ojos dirigen su mirada a ti
como lector hicieron que conectase de inmediato con la de mi novela, Gracias
por mirarme a los ojos cuando me hablas.
Tratándose de un libro sobre una experiencia tan profunda en
la India pensé que era una señal y no perdí más el tiempo.
Nada más comenzar su lectura los sentimientos me
desbordaron. Las lágrimas empezaron a resbalar por mis mejillas y me sumergí en
el sueño de su autora. En su viaje personal y en su lucha por conseguir
alcanzar una vida a la que ella cree haber estado predestinada desde siempre y
sólo cuando ha podido llegar a ella, tras varios otros episodios es cuando se
ha sentido en plenitud.
Miradas Luminosas es, desde mi punto de vista, un
libro que podría estar a medio camino entre un diario personal y una larga
carta de las que se escribían en papel, cuando no había otra forma de comunicar
las noticias a nuestros allegados.
Christiane nos cuenta su experiencia en el viaje de búsqueda
de su propia identidad a través de la ayuda a los niños más desfavorecidos, los
de la última casta en la India. Nos anima a despojarnos, mientras la
acompañamos en ese camino, de lo superfluo, del ansia por acumular y de las
prisas y adoptar una vida mucho más real, más centrada en las personas, en los
sentimientos certeros y en la valoración del presente y la ayuda a los demás.
Como decía, la lectura de Miradas Luminosas me
absorbió una tarde de confinamiento, me hizo llorar, pero también sonreír. Me
ayudó a cambiar mi percepción de la India que por supuesto estaba cargada no
sólo de los tópicos de tanta gente que viaja allí buscando su yo interior, sino
de mis propias experiencias profesionales en el país, muchas de ellas cargadas
de estrés y penurias en mis viajes de trabajo allende sus tierras, en trenes
nocturnos o en cenas improvisadas al lado de las vacas bajo la luz del
estrellado hindú.
Christiane nos invita a regalar una sonrisa, a aprender de
la sinceridad de los niños, a disfrutar del camino y no de la meta y sobre todo
a dar gracias por todo lo bueno que tenemos en cada momento.
Pero no sólo de sonrisas y espiritualidad vive el hombre.
Las causas justas, los proyectos concretos necesitan soporte económico, colaboración
e implicación y eso es lo que Christiane ha llevado a cabo desde hace años con
una labor ingente.
A través de su proyecto www.childsrights.es podemos contribuir a esta ONG que lucha por ayudar a los niños de la India,
mediante donativos, colaborando de algún modo, dándole visibilidad para que el
número de cooperantes crezca y puedan acometer ese gran proyecto necesario que será
la Casa-cuna. Os animo a ello. Yo ya lo he hecho
Gracias Christiane. Gracias por tanto, por abrirnos los ojos
a una realidad que cuesta mirar. Gracias por esa mirada. Gracias por la vida.
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