Descubrí a Cristina Fallarás a través de un video de Youtube
en el que explicaba cómo había sido su descenso a la indigencia durante la terrible
crisis de 2008, cómo había tenido que llegar a robar la pasta de dientes para
su hija, en un momento dado, y cómo sobrevivió gracias a la generosidad de
amigos. Contó en esa conferencia que fue, durante esos meses, en los que se
quedó sin trabajo de la noche a la mañana, cuando escribió una novela, esta
novela: Las niñas perdidas, que ganó el Premi Confidencial 2011 y fue el
punto de partida para salir de aquella situación terrible.
El vídeo de la conferencia de Cristina me impactó y me dejó
muy tocado. Relató de forma clara y sin tapujos cómo la crisis trituró su vida
anterior. Y cuando terminé de verlo pensé que, a pesar de todo lo que ella
había vivido, no desprendía odio, ni rencor, ni tan siquiera rabia por lo
sucedido. Y ello, aún me impactó más.
Muchos años después, ya en 2020 llegó a mi mano su novela y
me lancé a leerla de inmediato. Y debo empezar diciendo que en ella está,
quizá, lo que en aquella entrevista no manifestó: la rabia. La rabia contenida
por la injusticia, por la maldad del capitalismo y de la condición humana y por
la indefensión de los más débiles.
Las niñas perdidas es una novela dura y diría que también
difícil. Cristina escribe sin tapujos, no tiene complejos en llamar a las cosas
por su nombre y exacerba los calificativos incómodos de una realidad que está
delante de nosotros y que va mucho más allá del fru fru de lo políticamente
correcto. Victoria González es una detective apátrida, que lucha por
ella misma y por su entorno, pero lo hace barriendo a su alrededor la mierda con
la que tiene que lidiar y luchar. Y nos muestra un mundo real, que podríamos
denominar como submundo, pero que está aquí, en el primer mundo, en la Europa
del siglo XXI.
Más allá de la trama, durísima, de Las niñas perdidas, para
mí ha sido impactante el lenguaje utilizado y la forma en la que sus personajes
se manifiestan y observan el mundo que les rodea. Ha resultado algo parecido a
cuando te pegas un quemazo que te da un chute de adrenalina, o a cuando,
después de un accidente, descubres que sigues vivo. Algo fuerte, sinceramente, que
creo va en la línea con el histrionismo de su autora, denostado por unas y
alabado por otras.
En global, recomiendo su lectura. Creo que no deja
indiferente a ningún lector y para mí, despertar odio o pasión (lejos de las
medias tintas) es algo muy a valorar.
Interesante post Francisco. Me lo apunto como futura lectura.
ResponderEliminarCréeme, no te dejará indiferente.
EliminarCristina Fallarás,... me gusta su verbo, una bofetada a la beatitud clasemediera. Quiero leerlo.
ResponderEliminarTe gustará o por lo menos no te dejará indiferente!
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