Ayer visitamos esta interesante exposición sobre el Titanic en
las instalaciones de Kinépolis en Paterna (Valencia). Se trata de una exposición
mundial itinerante que ha batido récords de asistencia en otros países como
Alemania, Polonia o Dinamarca, propiedad de la compañía española Musealia.
Fue una experiencia muy emotiva. Una mezcla de sensación de
nostalgia (aunque obviamente no estuvimos allí) con recreación histórica,
informaciones curiosas y calidez humana. Y es que la narración de la audio guía
te va llevando de la mano junto con las personas que vivieron aquella experiencia,
los que subieron al Titanic llenos de la pasión del amor, por estar en su luna
de miel, aquellos que quisieron vivir la mayor experiencia de lujo e innovación
del momento y por supuesto los que buscaban el reto de lo desconocido. Una experiencia
en la que las dimensiones en todos sus términos superaron los estándares del
momento y llevaron a los constructores, los directivos y por supuesto los
pasajeros a una aventura que se prometía única.
La exposición tiene una alta calidad en su estructura y
contenidos. Hay una organización temporal desde los primeros momentos en que se
gestó la idea de la construcción de los tres transatlánticos, el Titanic, el
Oceanic y el Britannic.
Se pueden contemplar numerosos objetos originales
rescatados del pecio, cartas originales, folletos publicitarios de la época,
ropajes, partes del mobiliario, vajilla de primera, segunda y tercera clase. También
descubrir que el núcleo de la historia de la película Titanic se basó en un
hecho real, o que se conservan objetos de la única pareja española que viajaba
a bordo del barco y que hicieron creer a sus padres que estaban en París, mediante
telegramas que su mayordomo enviaba a los padres cada día.
Se pueden escuchar
los detalles de cómo era la vida en las cubiertas y también de cómo (y quizá
por qué) sucedió el naufragio. Se puede tocar y sentir el frío del pacífico en
un enorme bloque de hielo que te transporta a las frías aguas del naufragio y desaparece
el aire quedándote casi sin respiración cuando accedes a la última sala, donde
están los nombres de todos los fallecidos. Un momento de absoluto silencio en
el que el dolor se hace enorme.
Recomiendo a tod@s visitar esta exposición. Merece mucho la
pena. Es entretenida, divertida, divulgativa, emotiva y sobre todo inolvidable.
Mis hijos de 12 y 14 quedaron impresionados y el grupo de 7 personas que la
visitamos estuvimos en total acuerdo del acierto de visitarla.
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