Leer cualquier libro de Félix Teira Cubel es siempre sinónimo de acierto. Así me ha pasado con todos los libros que me he leído y El último sol, publicado en 2016 dejó el listón muy alto, pues supuso para mí una experiencia única en el sentido de que fue puro placer por la lectura, muy por encima incluso de lo que pasase en la trama.
Fuego frío es su nueva publicación, con una portada
sorprendente, nos sumergimos en una novela corta en la que se habla del poder
del pasado, de cómo nuestros pasados determinan nuestros futuros, de las
(complicadas) relaciones familiares, tantas veces asaltadas por pequeñas
injerencias que con el tiempo terminan envenenándose y creando un problema
irresoluble, cuando en los más de los casos, ni siquiera se recuerda cuál fue
el origen del motivo.
Y es que el acto
de heredar, pero no de heredar cariño ni patrimonio inmaterial, de heredar con
todas las letras, pastizal, fortuna, poderío, es el acto por el que nuestros
monstruos interiores, el egoísmo y la avaricia, se pelean por disputarse el
trono en el comportamiento de cada uno de nosotros.
En Fuego frío
asistimos a esa batalla, en la que el abuelo Don Eloy decide saltarse a sus
hijos en la saga hereditaria y convocar a sus nietos.
Será precisamente
su relación con ellos, el descubrimiento de los nietos que apenas conocía, el
que nos desvelará los entresijos de la familia, los pasados trémulos que le
hicieron abandonar a sus hijos, los porqués, y nos revelará qué futuro ha
querido dejares y con qué condiciones.
Una lectura ágil
y actual, que nos introduce en los vericuetos de la personalidad de cada nieto
y cada miembro de la familia con detalle y curiosidad.
Una buena
recomendación para cualquier tarde de este final de otoño.
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