Ya he dicho en
alguna ocasión que cada cierto número de novelas negras leídas necesito
desintoxicarme y leer otro tipo de cosas para coger aire y retornar al género
negro con igual placer.
Y eso es lo que
hice con esta maravilla de Michael Koryta al que no había leído y que con su
novela La verdad más profunda me ha convencido y ganado como
lector.
Koryta posee unos
antecedentes que ya lo anuncian como un buen escritor del género: Periodista e
investigador privado, ha ganado multitud de premios y es considerado como uno
de los más innovadores escritores de serie negra. Además, ha sido elogiado por
otros monstruos de la literatura a quienes soy fiel, como Stephen King, Michael
Connelly o Dean Koontz.
En esta novela un
agente del FBI debe investigar un extraño crimen en un pequeño pueblo de Maine
(que suena genial, pero es tanto como decir un Puertourraco nuestro), a la vez
que se reencuentra con su expareja. Esto, que puede parecer baldío y repetitivo,
se convierte en diferente. La confesión inicial que descubre todos los detalles
del crimen y la ubicación de los cuerpos resulta no ser tan evidente como
parecería de la confesa y ello enturbia toda la trama alejando al protagonista
del caso y a nosotros, como lectores, de la línea recta que aparentemente
hubiéramos decidido seguir en la resolución de este.
La maestría de
Koryta es hacer una mezcla perfecta entre la ambición, la intriga, las drogas y
el chantaje.
Una lectura
fresca, por momentos divertida, muy entretenida que te hace cabalgar entre la
necesidad de entendimiento de lo que está sucediendo y la evidencia de que nada
es lo que parece.
Como he dicho
antes, una maravilla para las frías tardes de enero.
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