Si tuviera que definirme a mí mismo diría que estoy más
cerca de una posición pesimista que de una optimista, aun sin llegar a ninguno
de los dos extremos, así que abordar la lectura de este libro de Andrés
Rodríguez Domingo ha sido toda una revelación.
Lo más destacable de la lectura es el ligero tono de humor
con el que aborda su autocrítica de la ansiedad. Resulta especialmente
interesante cómo “personifica” a las distingas afecciones, como su estimada
“Ansi” o “Depre” y cómo alude a otras primas hermanas y personajes varios como
Resignación, Derrota y otras tantas similares, dotándolas de entidad propia,
con posibilidad de actuación activa, como si pensasen y actuasen en función de
en quién habitan. Es una aproximación muy interesante que estimula la sonrisa
cuando lees la cantidad de manifestaciones que doña Ansiedad tiene en Marcos,
su protagonista.
Ha habido muchos pasajes de la lectura en los que me he
sentido identificado al cien por cien. No sé si será por transitar la misma
franja de edad (recién llegados a los cincuenta) o porque simplemente supone
una coincidencia de nuestras existencias, con los problemas estomacales,
generados sin ninguna duda por la ansiedad, o la necesidad de tener bajo control
una interminable lista de cosas y aspectos absurdos del mundo que nos rodea y
cuyo dominio no sirve absolutamente para nada. Tener nuestra vida unida a una
mujer eminentemente práctica es también una característica común, y por
supuesto la alusión al relativismo, a la decisión de dedicarse al presente, al
aquí y ahora, al o que nos hace felices en este momento, sin plantearnos más
que ello.
También son geniales los “Absurdos” narrados por Andrés, y
en más de uno me he encontrado a mí mismo, en esas pequeñas y curiosas
situaciones que todos vivimos pero que, en el caso que nos ocupa, resultan
claramente sorprendentes.
Y por supuesto, los encabezados. Esas citas debajo de cada
título en cada capítulo que me parecen magistralmente elegidas. Me quedo con dos:
“La imaginación nunca toma posesión de la mente con
tanta firmeza como cuando la encuentra vacante y desocupada” -Johnson Burton (no la conocía pero
me parece redonda)
“Si un problema tiene solución, no hace falta
preocuparse. Si no tiene solución, preocuparse no sirve de nada” –
Proverbio Chino (esta ya la conocía e intento ponerla siempre en práctica,
muchas veces sin éxito).
Una lectura fresca, reveladora y relativizante de nuestro
mundo interior. Os la recomiendo.
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