viernes, 10 de marzo de 2023

Una cuestión de perspectiva

—Aunque no lo creáis, os juro que es lo que he escuchado —les dijo la botella a sus compañeros de cuadro.

—¿Cómo va a ser posible? Somos objetos inanimados. ¿Seguro que no estaban hablando alegóricamente? —le respondió segura la cuchara.

—Que no, de verdad, creedme. Ayer el dueño recibió la visita de dos personas en el saloncito y estuvieron hablando del tema. Él les explicó el proyecto y ellos se pasaron más de dos horas discutiendo aspectos de lo que él les había contado, sugiriendo algunos cambios y ofreciendo varias ideas para mejorarlo —explicó de nuevo la botella de vino.

—Pero si llevamos aquí por lo menos ochenta años, atrapados en este lienzo de lino. Hemos visto pasar tantos días y tantas noches que ya ni me acuerdo de cuándo fue el día en que nos colgaron de esta pared.

—Anda, no seas ceniza, cuchara. Te digo que sí, que hablaban de hacernos renacer, de devolvernos a la vida.

Un murmullo se levantó entre los integrantes del cuadro. Las frutas hablaban entre sí y miraban con cierto descrédito a la botella de vino de 1925 que era la que había abierto el debate entre ellos. Por otro lado, el plato y la copa discutían acaloradamente sobre la locura que implicaría que aquello fuese verdad. Los otros cubiertos y el mantel se hacían los despistados porque eran unos descreídos y les importaba toda una mierda, y la mesa que los soportaba a todos desde hacía años se sintió esperanzada ante la posibilidad, aunque fuese ínfima, de poder librarse de todos y de su peso continuo.

—¿Y acaso dijeron cuando sucedería tal cosa? ¡Ja! ¡Devolvernos a la vida, el renacer! Pero qué tontería más grande —volvió a insistir la cuchara.

—Escuchadme todos, por favor —interpeló la botella— lo último que les escuché decir, cuando se disponían a abandonar la vivienda fue que en unos pocos días, el próximo sábado, se presentaría nuestro renacer, El renacer de las naturalezas muertas, y lo dijo señalándonos claramente con un dedo. El próximo sábado, y será a las seis de la tarde, con público y todo. Al fin nos van a sacar de estas dos dimensiones. Estoy harta de estar siempre chafada. Quiero recuperar mi volumen.

—Sí, sí, nuestro volumen, nuestra forma tridimensional, nuestro estado líquido y nuestro olor —gritaron los demás objetos del cuadro.

Cuando la cuchara se cansó de oír el griterío que se había formado les hizo callar a todos y les conminó a que mirasen justo a su derecha, en la estantería de al lado, repleta de libros.

El renacer de las naturalezas muertas, cenutrios. El libro, ese que está justo aquí al lado, no nuestro triste cuadro que lleva aquí más tiempo que las puertas. El libro, la novela, que será presentada el próximo fin de semana… ¡Ay… pero con qué palurdos me toca compartir escenario…!

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