El viaje de tu vida. Así se lo había vendido su novia Arancha cuando le había prometido un regalo especial por su quinto aniversario. Le había advertido de que tendría que llevar una ropa especial para la travesía, pues la jornada de navegación sería más larga de lo que se consideraba habitual para un destino similar. Jaime no supo muy bien cómo vestirse o si debía llevar una pequeña maleta porque ella no quiso darle más detalles y tampoco supo si harían noche allá donde fuesen. Solo le había explicado que sería un día de navegación tranquilo. Que la salida sería en el puerto de Valencia y que pasarían una jornada inolvidable, disfrutando de su día, amándose y contemplándose como llevaban haciendo desde que se conocieron en aquella cena del círculo gastronómico al que ambos habían acudido tiempo atrás.
La intriga de Jaime iba en aumento a medida que se acercaba
el día de la celebración. Pensó también en qué podría regalarle a ella, algo
que estuviese a la altura y como llevaba ya tiempo que quería proponerle
matrimonio, decidió comprar el anillo y ofrecérselo a bordo del barco en el que
iban a hacer el viaje. Esperaría a que anocheciera y en cubierta, frente al
mar, cuando la noche les ofreciese un cielo estrellado, con la luna llena, le
pediría que se casase con ella. Sería un regalo a la altura de las
circunstancias.
Finalmente decidió vestirse informal pero atractivo, con la
ropa que se había comprado el fin de semana anterior. Se puso la americana que
ella le había regalado por Navidad y se peinó despreocupadamente, casual y
moderno. Cogió el anillo, una pequeña mochila con lo básico para una noche
exprés por si acaso y acudió al puerto.
Arancha lo estaba esperando delante de su coche, aparcado
frente a la entrada del puerto.
—Bueno, y ¿me vas a decir ya adónde vamos? ¿Cuál es el
destino? No me digas que finalmente, y después de muchas veces pidiéndotelo, me
llevas a Ibiza.
—Espero que hayas venido con hambre y sin prisa. Nuestro
viaje va a comenzar y nos transportará junto al chef más de moda en Valencia.
—Ah, ¡qué bien! Así que crucero y cenita rica. Muy bien.
—¿Qué crucero? El viaje de tu vida nos espera. La
ruta gastronómica a través de treinta platos exclusivos diseñados para esta
experiencia única a la que te he traído, Jaime, mi amor, para pedirte
matrimonio.
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