miércoles, 19 de abril de 2023

LA ISLA DEL AIRE

Hace mucho tiempo que tengo a Nuria Espert como uno de mis referentes de persona luchadora, innovadora y congruente. Creo que pocas actrices o directoras pueden atesorar una carrera como la suya en el cine, en el teatro y en la dirección de ópera y siempre que la he escuchado en entrevistas me parece que aporta un canto a la racionalidad y al sentido común en su entender de la vida junto con una entrega completa al teatro más vanguardista, combinado con el más clásico. Mi admiración hacia ella ha llegado a un punto en el que muchas veces, en mi propia vida, ante una disyuntiva en la que me planteo qué hacer, cómo reaccionar o hacia donde tirar, me pregunto cómo lo resolvería o qué diría Nuria Espert. Pues bien, su actuación en la obra La isla del aire, adaptación de la novela de Alejandro Palomas, un relato sobre la familia en femenino, en el que se desgranan secretos, píldoras de humor y catarsis entre una abuela, dos de sus hijas y otras dos nietas, hace de ella una experiencia teatral auto reflexiva y transversal.

Es curioso cómo volver a una obra de teatro más convencional, en la que el texto predomina o protagoniza por encima de la escenografía o los efectos, me ha resultado tan interesante. Lejos del teatro facilón de comedia en el que la carcajada es importante o de la gran escenografía con efectos escénicos, La isla del aire destaca precisamente por todo lo contrario, por la solidez y profundidad del texto, por las reflexiones que nos plantea sobre la vejez, la soledad, la incomunicación en la familia o los secretos que guardamos en rincones donde se llenan de polvo y que más a menudo deberíamos desempolvar y airear para que no se pudriesen.

Nuria Espert está magnífica. Es sensible en algunos momentos, histriónica en otros, rompe con un toque de humor en una dosis adecuada y guía el discurrir de la trama a través de las ramificaciones de su propia familia teatral, sus dos hijas, interpretadas magistralmente por Vicky Peña y Teresa Vallicrosa y sus dos nietas, Miranda Gas y Candela Serrat. Todas ellas dirigidas por Mario Gas, que lo tengo muy grabado en mi memoria porque cuando Nuria rechazó inicialmente dirigir La casa de Bernarda Alba en Londres con Glenda Jackson, estaba de gira con Salomé dirigida por él mismo.

La obra nos hace pasar por momentos que yo personalmente he vivido ya, reflexionar sobre lo que sucede al llegar la vejez, qué hacer con los cuidados, cómo repartir nuestro tiempo entre nuestros seres queridos y cómo casar todo eso en nuestra conciencia de forma adecuadamente aceptable.

El teatro Romea fue otro de los iconos que me hizo acercarme a ver esta función, porque fue donde la propia Nuria Espert comenzó hace 74 años. Ahí es nada. Magnífico escenario, teatro repleto un miércoles y el público puesto en pie aplaudiendo durante bastantes minutos son prueba fehaciente de que cuando el teatro se interpreta con calidad, con la base de un texto sólido y la baza de la solvencia de grandes actrices, el éxito está asegurado.

Cuando gire por España os recomiendo que no os perdáis esta obra. La disfrutaréis.







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