Eran las lecturas que podía conseguir yo de forma fácil en
aquella época, viviendo en un pueblo en el que no había ninguna librería,
comprando a través del Círculo de Lectores, que tantos libros trajo a mi casa
de adolescente.
Los misterios de Pittsburgh nos habla del tránsito de la
adolescencia a la madurez de tres protagonistas, Art, narrador en primera
persona que cabalga entre dos amores, uno hacia Artur, su amigo incidental y otro
hacia Phlox, la chica perfecta. Es muy interesante cómo el autor, Michael
Chabon instala esta historia de relaciones personales, amorosas, celos y demás
en el ambiente de Pittsburgh más cercano a la camorra, a las pequeñas mafias de
la época y lo circunscribe en un marco familiar nada halagüeño para Artur.
Chabon utiliza un lenguaje muy desprejuiciado, muy de la
época en que fue escrito. ¡Quién nos iba a decir a nosotros que retrocederíamos
tanto en el siglo XXI hacia esta hipercorrección política que nos rodea…! Art y
Arthur viven su relación con naturalidad, con cordialidad y con una sexualidad
sin límites, y lo mismo le ocurre a Arthur cuando está con Phlox. La forma en
que describe su sensualidad es naif a la par que precisa y es quizá la relación
hetero entre ellos la que presenta más aristas y complejidad.
Leer esta misma novela 35 años después me ha hecho
confrontar el recuerdo que guardaba de ella con mi experiencia actual, de 2023.
Debo decir que no me ha defraudado. Pequeñas esencias de lo que mi memoria
guarda, de esa búsqueda de identidad que siempre buscamos se han encontrado con
el texto y han hecho “match”. Así que creo que su lectura se va a convertir en
un recuerdo ya imborrable.
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