Digo lo de que hay varios ochentas, siempre hablando del
mundo de la música, porque hasta el 83 más o menos en el mundo del siniestrismo
y del pop más oscuro. Podríamos decir que del 84 al 86 es la explosión pop,
colorista y comercial y del 87 al 92 es lo que para mí es el equivalente a “Los
ochenta” cuando nos referimos a ello, cinco años de riqueza musical,
underground, variopinta y muy ecléctica.
En esta ocasión la función, representada en el teatro Eixample
de Barcelona nos recibió a ritmo de Alaska y Dinarama, cómo no, con el himno ¿A
quién le importa?. Eso nos hizo bailar y subir nuestro optimismo y tono vital a
un buen nivel.
La función es la historia a través de 4 décadas (1989, 1999,
2009 y la actualidad) de dos parejas de amigos + dos personajes cambiantes
según la época, sus amores y desamores, su evolución como personas, de
adolescentes a adultos, acompañados en cada momento por la música que sonaba,
la forma y elementos en los que se escuchaba, la indumentaria, los comentarios,
etc..
Todo está muy bien ambientado. La selección de temas diría
que acertada, con un buen equilibrio entre comercialidad, canciones que han pasado
a la posteridad como verdaderos himnos, bastante música española, un apartado
dedicado a la canción en catalán, que también me parece muy pertinente
representando la obra en Barcelona y una traca final con el público puesto en
pie bailando y cantando Video killed the radio star.
Los 6 actores están de diez. Muy divertidos. Cantan muy bien,
interpretan, bailan, son ñoños cuando son adolescentes, serios cuando son
adultos, histriónicos las más de las veces, algo que creo aporta al musical y
lo hace más auténtico y por supuesto todo ello se hace cantable y bailable
gracias al buen hacer de la banda de rock, formada por cuatro músicos muy
competentes que realizan versiones de todos los clásicos de las cuatro épocas y
se marcan algunos solos de alto voltaje.
Una función, como digo, muy entretenida, en la que he
sonreído, me he carcajeado, he recordado mis años mozos, he bailado y cantado y
sobre todo he aplaudido, porque el musical hay que reivindicarlo siempre,
porque hay que acudir a funciones que nos transmitan buen rollo, optimismo,
diversión y que nos permitan destensar el mundo intenso y acelerado en el que
vivimos.
Así que muy bien, un diez para este musical: Como dice uno de los actores refiriéndose a su
antigua novia: Es como una canción de los ochenta, parece que la hubieras
olvidado, cuando ya no está contigo, pero en realidad siempre la recuerdas.
Pues eso ¿A quién le importa?
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