White Lies es una banda ideal para escuchar en otoño. Tienen esa languidez tostada que acompaña los atardeceres tempranos y esa cadencia de medios tiempos por momentos lúgubres y en ocasiones anhelantes de mayor luminosidad. La voz de Harry Mc Veigh nos acerca a la de otras bandas que reflejan muy bien este estilo de música, como The Editors.
Tiene una sonoridad muy característica, de vocalista
maduro y hondo, como la voz de Justin Currie (cantante de la banda escocesa Del
Amitri, grupo a reivindicar siempre). Y hacen uso de la tecnología con
moderación, y cuando ocurre, consiguen una atractiva simbiosis de canción
sencilla, melódica y siniestra con postproducción electrónica que los acerca a
Mogwai en su sonoridad escénica.
El single de su último disco (Five) titulado
Tokyo es una joya que nos transporta desde el pop bailable de la primera
mitad de los 80 al sonido más ácido de Joy Division en algunos comienzos, a la
luminosidad instrumental de los Cure (ahí suena el comienzo de Plainsong) o la
elegancia de Blue Nile.
White Lies es una banda londinense que suena a londinense,
lo cual me encanta. Se formaron en 2007 (son hijos del siglo XXI), tuvieron una
época de titubeo inicial y en 2009 fueron teloneros de la gira de Kings of Leon
por Estados Unidos, lo que les lanzó a la fama.
Five es su último disco,
lanzado este mismo año 2019, recomendable para estos días de medio otoño en los
que no apetece nada en concreto más que interiorizarse uno mismo. Una delicia
de lanzamiento que me ha atrapado desde que lo escuché y que os recomiendo como
no podía ser de otra manera con un grupo inglés.
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