¿Qué esperamos de un artista que lleva casi cuatro décadas
en los escenarios cuando saca un nuevo disco? ¿Queremos algo totalmente
distinto a lo que ha publicado anteriormente, aunque tenga más de treinta
discos en el mercado? ¿O por el contrario buscamos que mantenga su esencia, su
estilo, algo en línea con lo que siempre ha hecho?
Un ejemplo que responde a estas preguntas muy bien fueron
los dos discos que grabó David Bowie antes de su muerte, dos fantásticos
álbumes llenos de madurez, calidad musical y sentido del saber estar. O sea,
dos discos de lo que él era en ese momento, un señor mayor con un pasado demoledoramente
alternativo, a contracorriente y multicreativo que supo sintetizar y
centrifugar en “esencia de Bowie”. Y los fans estuvimos encantados de
que así lo hiciera.
Pero el caso de Madonna es, en mi opinión, radicalmente
opuesto. No me considero un fan de Madonna en el sentido estricto. Por supuesto
hay muchas canciones que me gustan de ella y algunos discos que me parecen
perfectos. En mi opinión Ray of Light y Music (con esa producción de Mirwais) son dos joyas de perfección
electrónica que mejoraron muchísimo mi imagen de Madonna.
Entonces, ¿qué podemos pedirle a alguien que como ella, ha
roto esquemas, escandalizado, abusado de la producción, maltratado a otros
artistas en sus colaboraciones buscando únicamente el continuar en primera
línea, elaborado discos de perfección musical, editado himnos bailables que
siguen siendo actuales casi treinta años después de su publicación? Pues una
vez más el genio de una maestra (como también lo fue Bowie) ha surgido en
Madame X.
Mira que la canción con Maluma me pareció horrible (me sigue
pareciendo horrible a oídos de alguien cercano a los cincuenta, aunque
probablemente lo máximo para un veinteañero), y ello ya me predispuso a que no
me gustase su último disco.
Pero me sucedió lo contrario. Lo escuché de un tirón en un
viaje de Barcelona a Castellón y no sé qué pasó pero al día siguiente estaba
deseando volver a escucharlo. Cosa rara, rara en mí con Madonna. Lo hice, lo
volví a escuchar y aún me gustó más. ¿Por qué? Quizá porque ha compuesto un
disco extraño, inesperado y lleno de sorpresas: En primer lugar, los medios
tiempos, que la alejan de la comercialidad anterior pero que dan peso a la
calidad del disco. En segundo, los cambios bruscos en muchas canciones, pasando
del medio tiempo-balada, al house bailable para terminar con el góspel o con un
recitado por no hablar de los versos en portugués. Todo en el mismo tema que lo hace deslavazado e interesante al mismo
tiempo. Y finalmente, sus letras: comprometidas, actuales, profundas, de las
que llegan, de las que se notan.
Sí, Madonna abusa del autotune en este disco (desafinó que no veas en Eurovision), aprovecha la
comercialidad del momento de Maluma en su dueto, se acerca al trap en algunos
temas y por supuesto presenta una portada conflictiva. Pero Madame X supera
todos esos tópicos porque consigue una unidad, la de la autoridad que casi 40
años de carrera le dan soporte para hacer lo que ha querido, o sea, el disco
que ha querido publicar y como lo ha querido hacer.
No puedo más que rendirme a él y quitarme el sombrero.
Madonna, con 30, con 40, con 50 y con 60, siempre me has sorprendido. Y espero
que suceda también cuando cumplas los 70.
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