sábado, 20 de julio de 2019

La vida, tal cual


Hace calor, es lo propio del mes en que estamos y me gusta. Soy mucho más de calor que de frío. Soy friolero, y eso que soy aragonés… La vida en verano adquiere tintes de normalidad, de riqueza. Llena nuestras almas con vida a raudales. Nuestra casa se convierte en un ser vivo que recibe y despide a gente, de forma líquida, orgánica. Abre sus puertas a nuestros visitantes, a la familia y los amigos. Unos vienen, otros se quedan, y otros tantos se van. Pero todos dejan algo de sí mismos en ella. Son días de piscina, de hacer comidas en grupo y disfrutar de la charla, de bebidas fresquitas, de lecturas a la sombra y helados de leche. Los atardeceres se visten de música y el FIB nos ameniza con sonidos que vienen y van en función del viento. Pero podemos escuchar a Lana del Rey o a cualquier grupo inglés que haya venido a esta edición.

Los niños han crecido, Izan ya sale con sus amigos y comienza una vida que cada vez es más independiente y Adrián sigue con nosotros, con esa pátina de inocencia que alterna con momentos de extrema brillantez y que nos deja siempre sin palabras. Julio llega a menudo cargado de trabajo, horas y horas de lidiar con clientes, ofertas, reclamaciones, propuestas, viajes, y mil otros requerimientos pero los fines de semana el brillo de los días se torna de colores y afrontamos las horas con absoluta libertad, en la playa, relajados, escuchando el mar, caminando muy temprano por la mañana o tomando el vermut en una terraza abarrotada. 

La vida es, tal cual, saludada por gente de vacaciones, fiberos adolescentes, familias residentes, solteros bronceados y parejas enamoradas. Y Laura está a mi lado, leyendo un libro que también habla sobre la vida, ¡qué casualidad! Será por la vida de julio, esa que vivimos los dos tan intensa y tan feliz. Ojalá pudiéramos detener el momento y nuestra vida no cambiara nunca. Bueno, un poquito sí que tendría que cambiar, que si no nos aburriríamos, pero así, una temporada, estamos muy bien. Yo estoy al lado de Laura, en otra hamaca y voy a empezar a leer a Rosario, sí, Rosario Raro y su última novela, Desaparecida en Siboney.

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