¿Qué se puede hacer un sábado de julio por la tarde, en Castellón, con casi cuarenta grados de temperatura? Una visita cultural a una magnífica exposición de arte organizada en el Museu de Belles Arts de Castelló. La magnífica retrospectiva titulada 50 anys d’abstracció pictórica, de Wences Rambla.
Nada más comenzar la visita lo primero que sorprende es
descubrir un artista castellonense que optó desde siempre por la modernidad. Resulta
muy enriquecedor ver que Wences apostó por la explosión del geometrismo
abstracto ya en los primeros setenta, nadando sin duda a contracorriente en un
ambiente artístico de la provincia mucho más cauto.
La imbricación de abstracción y geometría, con la explosión
cromática es exactamente el tipo de pintura que más disfruto. Es mi estilo. Me
parece rompedor, inspirador, crea una corriente de energía y luminosidad que
positiviza al espectador y lo transporta al mundo onírico de las sensaciones
más primigenias. Y yo siempre disfruto al máximo cualquier exposición que
transite por estas coordenadas.
Wences domina la técnica, combina los relieves con ciertas
texturas rugosas y la extrema linealidad de sus diseños geométricos dotándolos
de profundidad, de perspectiva, si se miran a la distancia adecuada pero
también de extremo detalle si se observan desde muy cerca.
Destaco de toda la serie de 35 cuadros expuestos dos que me
conmovieron especialmente. Son los dos de la fotografía adjunta. Adquieren vida
propia, ofrecen casi su tacto (aunque no podamos tocarlo), porque tienen esa
hiperrealidad abstracta que tu cerebro transforma en el tacto de algunas telas
cuando pasas la palma de la mano de forma suave. El lienzo rosa me transportó a
un aeropuerto, a los techos de cristal, a la megalópolis de vidrio y acero de
un futuro no tan lejano.
¡No os la perdáis, estará hasta octubre!
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