Más de 80 escritores reunidos en un mismo recinto para
hablar y debatir sobre distintos aspectos de la literatura actual son más de 80
egos reunidos. Muchos egos. Y es que a los que hemos escrito y publicado nos
gusta explayarnos y hablar de nuestra obra, de los aspectos relacionados con la
historia que hemos creado y sus personajes, de nuestra visión de la literatura
y de lo que nos gustamos a nosotros mismos.
Por eso ayer cuando regresaba de Barcelona camino de casa
después de pasar un día fantástico rodeado de escritores me puse la mejor
canción de Las novias (que aparecen y actúan en mi novela ¿Cómo pudiste hacerme esto a mí?, que se titula justamente Ego (y que os recomiendo por
cierto).
Ayer fue un día de “germanor” como dicen por tierras
castellonenses.
Reunidos en torno a mesas de debate, feria de venta de libros y
rincones para chascarrillos y chafardeos, el III Congreso de escritores celebrado ayer entre la Biblioteca Vila
de Gracia por la mañana y la Casa del Libro por la tarde estuvo lleno de
anécdotas y sorpresas. Lo mejor, conocer gente maja, esos escritores/as que
tienen carisma, que son desinteresados, solidarios, originales, espontáneos y
con los que pude establecer una conversación divertida, inmediata, de esas en
las que parece que te llevas conociendo toda la vida.
Yo participé en la mesa dedicada a la literatura
contemporánea y las nuevas voces narrativas, donde debatimos sobre la forma de
construir tramas y personajes y cómo las adaptamos a los tiempos en que
vivimos, en relación a cómo lo hacían los clásicos. Discrepé bastante con el
resto de los miembros, primero porque no creo que haya que escribir pensando en
el lector. Porque, ¿quién es el lector? ¿Es un chico joven que va a la universidad
y le gusta el trap? O un señor de cincuenta que trabaja en una multinacional, o
una ejecutiva divorciada amante de los deportes, o un abuelo que le gusta leer
historias de antes… hay, en mi opinión, tantos lectores como personas y por
ello considero que el escritor debe escribir lo que quiere él. Que luego le
guste o no al lector es un proceso que escapa a su control. También hablamos de
cómo adaptar los personajes y su idiosincrasia a los tiempos actuales y yo puse
tres ejemplos:
El primero, lo absurdo que nos puede parecer el lenguaje de El
guardián en el centeno, aunque en su época fue revolucionario. Hoy nos
parece casi de patio de instituto. El segundo lo rompedor que fue la trama de La
mujer comestible, de Margaret Atwood a finales de los 60 cuando su
personaje tuvo un hijo siendo madre soltera por ejemplo, algo que ahora es de
lo más anodino y para terminar hablé de Las palmeras salvajes de Faulkner,
un tostón de novela, donde hay párrafos de 25 líneas con 17 gerundios y que hoy
sería impublicable.
El debate nos llevó por la tarde a hablar de novelas de
género, histórica, romántica, negra, fantástica, autoayuda … interesantes
discusiones que pusieron el eje en cuáles son hoy las tendencias sobre
historias, portadas y marketing.
Y por supuesto tuve la ocasión de presentar mi primera novela
¿Cómo
pudiste hacerme esto a mí? donde hablé de la música de finales de los
80, del FIB, de Alaska y Dinarama y de los sueños que he conseguido con su
publicación.
Mi más sincera enhorabuena a los organizadores. No es nada
sencillo gestionar más de ochenta egos que quieren ser el centro de atención y
creo que todo estuvo muy bien coordinado y entretenido.
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