Donde la vida nos lleve tiene esa factura de las grandes
escritoras de ámbito internacional. Cuando lees la novela de Mónica Mira te
olvidas de que ha sido escrita por una escritora de aquí, de la provincia de
Castellón sin que eso sea nada negativo. Todo lo contrario, su calidad la hace
global.
La empatía con los personajes de la novela es muy importante.
En mi caso, el comienzo de la lectura me opuso a Gabriela. Me cayó mal al
principio. No comprendía ni aceptaba su debilidad y dependencia amorosa de
Darío pero poco a poco fui entendiendo algunos porqués.
El ritmo y la complejidad de la trama se van entretejiendo
de una forma inapreciable, se dan escenas insólitas en situaciones que no
serían las más previsibles para ello pero Mónica las resuelve con absoluta
maestría. Crea arrugas narrativas que te atrapan, evitan que te deslices por la
lectura rápida y te sumergen en lo esencial.
Pedro es un personaje criticable, quizá un poco pusilánime,
con demasiada bonhombría y sencillez, pero ¿acaso no es así como la buena
gente, la de profundo corazón, demuestra su amor?
¿Y Darío? ¿Es un egoísta? ¿Un interesado?, ¿es mejor persona
de lo que pueda parecer?
Aunque Donde la vida nos lleve ha sido
publicado por una editorial dentro de una categoría que se hace denominar Versátil
romántica, para mí es mucho más que eso. Por supuesto, hay historias de amor
cruzadas y pasadas, hay pasión, hay sexo. Pero hay una gran intriga, hay
costumbrismo y desarrollo de personajes, hay diálogos ágiles que me encantan
como lector, hay descripción de escenas y rutinas realizadas a la perfección y
Mónica consigue que quien lee su novela quiera saber dónde la vida llevará a
sus personajes. Es un título perfecto en mi opinión. Donde la vida nos lleve
me ha hecho madrugar, levantarme a las siete de la mañana para poder leer un
rato antes de empezar a trabajar y así mitigar mi curiosidad por ver qué le
sucedía a ese bonachón de Pedro. Me ha dado tranquilidad lectora, placer en la
sobremesa dejando que el tiempo simplemente fluya mientras mis ojos navegan por
las líneas de su prosa y eso ha cumplido con mis necesidades como lector.
Mónica Mira es mi segundo gran descubrimiento como escritora
de aquí, de esta tierra (después de Nina Peña) y me declaro fan absoluto desde
ya.
No os podéis perder esta novela. Es perfecta, apasionante,
tierna, cercana y también ha conseguido que lance algunas lágrimas.
Rescato, como final de esta crónica, una frase que me ha
gustado mucho y que dice Santiago (el cura amigo de todos y eje fundamental)
—Complicado es resolver un dilema cuántico. La vida es mucho
más sencilla si nos centramos en lo importante.
Pues eso, a por lo importante!
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