Me quedan unos 20 años para jubilarme y tengo casi asumido que tendré que trabajar hasta el día que me muera. Esta frase puede parecer un poco dura, pero lamentablemente, me parece que puede llegar a convertirse en realidad.
Y es que en España no tenemos políticos de nivel. Tenemos falsarios que buscan el éxito cortoplacista y empujan los problemas reales de la sociedad pensando “el que venga detrás que arree y apechugue con el problema”.
Creo que ninguno de los actuales líderes tiene la fuerza y la valentía para hacer un planteamiento a veinte años vista. Su horizonte más lejano son los 2 años que pueden quedar para las nuevas elecciones. Y así nos va. Y así nos irá.
Y claro, unos nueve millones de pensionistas, conocidos por ellos como nueve millones de posibles votos son muy suculentos. Y “mejor no menealho” que dijo aquél.
Pero hay dos realidades que son incontestables: La baja natalidad de la sociedad española y la generación del baby boom que ahora está entre los 40 y los 50 años (entre los que me encuentro) y que dentro de veinte será pensionista.
Se mire por donde se mire, en torno a 2035 habrá muchos menos jóvenes y muchos más ciudadanos de más de 65 años cuyas pensiones (si no se hace algo desde ya) no podrán ser sustentadas por los salarios de los primeros. Esto no es ni de derechas ni de izquierdas ni de la vieja ni de la nueva política. Simplemente es la realidad que ningún partido político quiere abordar y que nos conducirá a la primera frase de esta reflexión.
Es obvio (al menos para mí) que tendremos que trabajar hasta más tarde (ahora se ha ajustado a los 67 años pero seguro que será como poco hasta los 70). Es obvio que las pensiones serán cada vez menores y es posible que incluso haya que seguir trabajando para poder vivir pasados los 70.
No es que no haya dinero. Dinero hay. Porque hay para rescatar a las autopistas radiales de Madrid que nadie entiende por qué se construyeron, para el proyecto Castor que se firmó ya blindado contra pérdidas, para rescatar bancos con decenas de miles de millones bajo la supuesta amenaza de que si no el sistema se hunde y para cualquier otro despropósito que la cultura del despilfarro haya decidido. Pero claro, para financiar el sustento de la vida de quien ha trabajado treinta o cuarenta años no hay. Y esto va a ser así con cualquier gobierno que haya. No seamos ingenuos. Ahora lo va a decidir así el PP pero el PSOE no hizo nada muy distinto y los que vengan, si vienen harán lo propio porque hay una señorita llamada Unión Europea que no les dejará.
Así que el panorama no puede ser más desolador. Una realidad evidente y demográfica que ningún político ni asesor quiere contemplar y mucho menos analizar bajo el miedo de la pérdida inmediata de votos que tendría.
Desde mi punto de vista sólo hay dos soluciones posibles: O los jóvenes españoles se ponen a procrear con igual alegría que ocurrió en los 70 o llega un partido político al poder que no tenga miedo, que dedique el dinero a la gente, a los que lo necesitan, y se preocupe mucho más de las personas que de las instituciones. Esto último, a día de hoy, me parece ciencia ficción.
Llamadme pesimista si queréis pero mucho me temo que es lo que hay. (¡Cómo odio esta frase conformista por cierto….!)
Me quedan unos 20 años para jubilarme y tengo casi asumido que tendré que trabajar hasta el día que me muera. Esta frase puede parecer un poco dura, pero lamentablemente, me parece que puede llegar a convertirse en realidad.
Y es que en España no tenemos políticos de nivel. Tenemos falsarios que buscan el éxito cortoplacista y empujan los problemas reales de la sociedad pensando “el que venga detrás que arree y apechugue con el problema”.
Creo que ninguno de los actuales líderes tiene la fuerza y la valentía para hacer un planteamiento a veinte años vista. Su horizonte más lejano son los 2 años que pueden quedar para las nuevas elecciones. Y así nos va. Y así nos irá.
Y claro, unos nueve millones de pensionistas, conocidos por ellos como nueve millones de posibles votos son muy suculentos. Y “mejor no menealho” que dijo aquél.
Pero hay dos realidades que son incontestables: La baja natalidad de la sociedad española y la generación del baby boom que ahora está entre los 40 y los 50 años (entre los que me encuentro) y que dentro de veinte será pensionista.
Se mire por donde se mire, en torno a 2035 habrá muchos menos jóvenes y muchos más ciudadanos de más de 65 años cuyas pensiones (si no se hace algo desde ya) no podrán ser sustentadas por los salarios de los primeros. Esto no es ni de derechas ni de izquierdas ni de la vieja ni de la nueva política. Simplemente es la realidad que ningún partido político quiere abordar y que nos conducirá a la primera frase de esta reflexión.
Es obvio (al menos para mí) que tendremos que trabajar hasta más tarde (ahora se ha ajustado a los 67 años pero seguro que será como poco hasta los 70). Es obvio que las pensiones serán cada vez menores y es posible que incluso haya que seguir trabajando para poder vivir pasados los 70.
No es que no haya dinero. Dinero hay. Porque hay para rescatar a las autopistas radiales de Madrid que nadie entiende por qué se construyeron, para el proyecto Castor que se firmó ya blindado contra pérdidas, para rescatar bancos con decenas de miles de millones bajo la supuesta amenaza de que si no el sistema se hunde y para cualquier otro despropósito que la cultura del despilfarro haya decidido. Pero claro, para financiar el sustento de la vida de quien ha trabajado treinta o cuarenta años no hay. Y esto va a ser así con cualquier gobierno que haya. No seamos ingenuos. Ahora lo va a decidir así el PP pero el PSOE no hizo nada muy distinto y los que vengan, si vienen harán lo propio porque hay una señorita llamada Unión Europea que no les dejará.
Así que el panorama no puede ser más desolador. Una realidad evidente y demográfica que ningún político ni asesor quiere contemplar y mucho menos analizar bajo el miedo de la pérdida inmediata de votos que tendría.
Desde mi punto de vista sólo hay dos soluciones posibles: O los jóvenes españoles se ponen a procrear con igual alegría que ocurrió en los 70 o llega un partido político al poder que no tenga miedo, que dedique el dinero a la gente, a los que lo necesitan, y se preocupe mucho más de las personas que de las instituciones. Esto último, a día de hoy, me parece ciencia ficción.
Llamadme pesimista si queréis pero mucho me temo que es lo que hay. (¡Cómo odio esta frase conformista por cierto….!)
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