Salmonetes rojos, escrito a cuatro manos entre Marta López
Cuartero y Jordi Rosés Marinel-lo es como las muñecas matrioshkas rusas. Conforme
abres sus páginas en busca de la novela, te aparece dentro de ella, y
alternativamente paginada, una obra completa de poemas relacionados con la
trama y, dentro de los mismos o junto a ambos, y cada vez en extensión
decreciente, un racimo de haikus aún más preciosos.
Es como tener tres obras literarias en una misma, en
compartimentos de tamaño decreciente en su extensión y creciente, quizá, en su
preciosidad.
Sin duda se trata de una obra singular. La prosa de Marta es
evocadora, preciosista, poética. Por momentos te olvidas de que estás leyendo
una novela, tal es la belleza de sus frases, que semeja una gran poesía repleta
de ternura y fragilidad. Pero la trama avanza y con ella la profundidad de las
vicisitudes de su protagonista Salvador, de sus sentimientos, lo que reblandece
tu espíritu, adaptándose a lo que él va sintiendo cada vez. Esta evolución del
lector marida perfectamente con los poemas de Jordi Rosés, repletos de
figuratividad y abstracción a partes iguales, profundos, rotundos. Afianzan el
avance de la trama de la novela.
Y como la mejor guinda del mejor pastel de cumpleaños,
aparecen los haikus. Es en ellos donde la literatura estalla en pequeñas líneas
de perfección. Me quedo con los dos que más me gustan
Surcan el agua
porvenir y pasado.
Dejan su estela.
Es primavera.
Da comienzo la unión
de Mar y Tierra
Leída de principio a fin, de un tirón, sin pausas, bajo la
lluvia intensa de Yakarta, con su sonido de fondo, relajante y calmo. Un
auténtico placer.
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