He tenido muchos
cambios de opinión a lo largo de su lectura. La primera parte, como las
primeras cien páginas acabaron con mi interés en la novela, seguramente por la
dificultad del lenguaje, muy localista, con peruanismos y giros que hacían
incluso complicado para mí comprender el hilo de la narración.
Cuando ya estaba
casi a punto de abandonar su lectura, varios amigos me recomendaron que
continuase y la verdad es que fue un acierto hacerles caso. Pasado ese escollo
inicial, la novela adopta otra vibración mucho más placentera y aunque la
temática es dura, las condiciones de humillación, los abusos, la opresión sobre
los débiles y la deshumanización de un internado, el ritmo narrativo gana en
agilidad e interés.
No sabía, y lo he
descubierto cuando he terminado de leerla, que Vargas Llosa estuvo 2 años
interno en ese mismo colegio militar. Ahora entiendo mejor muchas cosas que suceden
en la trama y como las describe. Se nota que hay entraña y víscera. Y vivencias
propias.
Me parece un hito
que Seix Barral consiguiese publicar la novela en el 63 en España, cuando se
deja al estamento militar bastante mal, tanto por dejación como por corrupción,
amañismo e interés. Es interesante imaginar cómo esta novela pudo burlar eso,
triunfar en España en el tardo-franquismo y convertirse en un referente de la
novela hispanoamericana.
Es muy interesante
la técnica narrativa, en la que se intercalan episodios anteriores al momento
narrativo principal, así como el cambio de narrador que despista un poco al
principio. Pero lo más sublime es la forma en que Vargas Llosa hace creer al
lector que toda la subtrama que tiene relación con Teresa está contada por
Alberto (el poeta) cuando en realidad, y se desvela al final, se trata de El
Jaguar. Un final redondo y que conforma una estructura robusta.
Me quedo con el
teniente Gamboa, como uno de los personajes que más me ha interesado, por su
honestidad, su ética y su misteriosa vida familiar, lejos del colegio donde
reside y que, seguramente daría para otra novela. También con El Esclavo,
símbolo de todas aquellas personas que son oprimidas y machacadas por los
insensibles, los intolerantes y los que no aceptan al diferente. Siempre,
siempre defenderé a todos los “esclavos” que se crucen en mi camino.
Querido Fran, me alegro de que al final te haya gustado. La historia en sí misma ya es imteresante y está escrita de forma magistral pero ya si te metes en el momento en due se escribió y el entorno es brutal ver como Vargas Llosa lo hace. Llega al corazon.
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