Después de unos cuantos meses de lectura de novelas negras, necesitaba oxigenarme con un cambio. Y qué mejor cambio que un libro de relatos , fresco, interesante y diferente, hecho por un gran escritor, Carlos Manzano y publicado por una editorial patria, La fragua del trovador. Una delicia que me ha devuelto felicidad, risa, calma y sensaciones interminables.
En un instante: ¡La empatía y cercanía con el protagonista
te pega una bofetada!
Cosas que pasan: ¡La vida de pareja cuando se tienen
niños tiene su propio universo y merecería una novela entera! Lo dice un padre
paternísimo…
Noches de hospital: Un acto surrealista en medio de
la normalidad, algo muy interesante que ha generado incluso un movimiento
social que en un determinado momento de los 2010 se puso de moda.
La madre de Hernández: … “aquella mirada tan
particular, lánguida pero a la vez altiva, desafiadora pero al mismo tiempo
suplicante, diría que incluso llorosa, enérgica, leve, terrible, se me hizo
insoportable…” Me parece un ejercicio literario sublime.
Cuatro momentos con Gabriel: Apela a la verdadera
esencia del ser humano, al deseo irrefrenable que por culpa de la
incomunicación se torna yermo.
Fabricado a mano: ¡Cuánto marca la infancia en
nuestra vida! ¿Qué porcentaje determina cómo somos de adultos? Con la edad, se
descubre que muchísimo, que tendemos a volver a nuestros ancestros.
Abismos insondables: La muerte siempre es un
misterio, incluso para un suicida.
Binomio espacio-tiempo: Simplemente SUBLIME
Tomaban el sol desnudos: ¡Me encanta el toque final!
Pira funeraria: El relativismo del arte es siempre
incomprensible. Sobre todo a la posteridad.
Los contornos de lo posible: ¡Cuántas decepciones nos
llevamos cuando cumplimos sueños que habíamos idolatrado! Definitivamente, el
durante es mucho mejor que el entonces.
Los violentos: Pienso en el relativismo de nosotros
mismos, en el que nos autoimponemos para ocultar o autogestionar nuestras
oscuridades.
Gol en Balaídos: ¿Ecos del pasado?
Pan comido: Sin comentarios.
Viajes interiores: El poder de la imaginación es
interminable e inagotable y mucho más fuerte que la realidad. Estoy convencido
de ello.
En un café de Malta: Este relato me ha dejado
indiferente.
Las tetas de Gloria: Tiran más dos tetas… ¡ya lo
decía el dicho y qué cierto es!
La mujer y la risa: ¿Existe la conciencia del asesino?
¿El amor o la ternura e incluso el placer de contemplar la belleza? Estoy convencido
de que sí.
Colección privada: Yo me pajeo, tú te pajeas, él se
pajea… venga y quien no lo haga que tire la primera piedra.
La confesión: La frase: Las huellas del pasado se
adhieren como lapas a nuestras vidas, me parece total y absoluta. Estamos
llenos de pequeños parásitos pegados a nosotros, que son nuestros actos pasados
y las consecuencias de los mismos.
El dulce sabor de la venganza: Tremendo final,
rotundo y asqueroso.
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