sábado, 22 de febrero de 2020

La escuela de los malos modales


Bienvenidos a la escuela de los malos modales. Así rezaba un cartel a la entrada del recinto donde los veinticinco R1 recién capturados acababan de ser conducidos.
Habían sido enviados allí como represalia por su excelente comportamiento. Su impecable aseo, su forma educada de hablar, la manera exquisita de comportarse en la mesa y por supuesto su elegante socialización, les habían convertido en culpables.

Culpables por pertenecer a la clase R1, los privilegiados del mundo limpio. Por haber nacido con una vida regalada, en la que no habían tenido que pelear por conseguir nada, por su clasismo, por su deshumanización cuando tenían que tratar con los humanos de la clase R2, los que habían nacido por debajo del trópico de cáncer y sobre todo por su enorme desprecio a toda la clase sirviente, los R3, que, en régimen de esclavitud del siglo XXVI, malvivía en los tugurios anexos a las casas de los R1, nacidos en la parte del mundo sin suciedad.

Los R1 eran seres perfectos que jamás excedían los límites de la corrección personal, nunca decían una palabra más alta que otra, mantenían siempre la distancia personal suficiente para no incomodar al contrario y guardaban en todo momento el respeto hacia los demás. Hacia los demás R1, claro está. La cosa era muy distinta con los R2 a quienes consideraban seres inferiores y con los R3 que eran invisibles para ellos al mismo nivel que los animales y parásitos.

La milicia rebelde MALUS MODIS había capturado a los veinticinco la semana anterior en una happy fiesta hiper chupi de R1 vestidos de blanco.

Su intención era reeducarlos, acercándoles al mundo real, en el que vivía más del 90 % de la población de TERRA-4, la cuarta colonia fundada por colonos en el siglo XXVI.
Y en la primera etapa del proyecto reeducador se acometían los conceptos básicos de las relaciones humanas:

a)       Dejar de sonreír continuamente cada vez que se hacía un comentario
b)      Aprender y utilizar palabras malsonantes
c)       Comer con la boca abierta y eructar a la mesa durante el tiempo de ingestión
d)      Aplicar el libre albedrío a la higiene personal
e)      Adaptarse a vivir sin ninguna comodidad electrónica.

Los veinticinco estaban horrorizados ante lo que sus ojos les mostraban: Suciedad en las calles, gritos por todos lados y barbarie.

Tras la primera semana en la Escuela de los Malos Modales, unos cuantos de los veinticinco capturados mostraban ya claros signos de adaptación. Llevaban el pelo graso, las uñas ennegrecidas y habían aprendido a comer con las manos cuando era necesario. Había un pequeño grupo que aún no se sentía cómodo pero no duraría mucho tiempo.

Tras el primer mes, todos ellos habían aprendido a sonreir sólo cuando la ocasión lo requería y ya habían tenido alguna que otra pelea.

Y Tras el primer semestre, la totalidad estuvo de acuerdo en no retornar a la Zona R1. Cuando el jefe de la milicia les preguntó por qué no querían retornar, uno de ellos respondió:
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      Aquí tenemos grasas, alcohol, sexo y rock and roll!!!

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