Hoy he escuchado una tertulia en la que se hablaba sobre el
modelo educativo de diferentes países, la clasificación de éstos según el
informe PISA en diversas disciplinas y la segregación económico-social en cada
uno de ellos.
Como siempre, España figura por debajo de la media de la
OCDE en las principales asignaturas y casi en cabeza (sexta) en segregación económica.
Por supuesto, enseguida ha salido el tópico que pretendo discutir con este
texto, el de que Finlandia es modelo de todo, de mejor sistema educativo, más
igualitario, más comprensivo con la infancia de los niños a los que facilita su
supuesta felicidad, menos restrictivo, sin deberes, con menos horas lectivas
que el resto de países occidentales sin memorizaciones, enseñando a pensar y
gracias al cual alcanzan las mayores cuotas y clasificaciones en estos informes
tipo el PISA que ya he indicado. Además, están en la cola de segregación
económico-social, o sea, que los niños ricos y pobres comparten educación y
centro sin discriminación económica.
Y claro, yo ante tanta maravilla no puedo más que revelarme.
Primero habría mucho que hablar sobre quién, cómo y en función de qué
parámetros se elaboran esos informes, PISA desde luego, para llegar a
clasificaciones como esas. Quiero decir, que no sabemos qué intereses hay
detrás de ellos, pero seguramente los habrá. Después, considero que comparar
una realidad social, económica, e incluso histórica como la de Finlandia (y
cualquier otro país nórdico supuestamente a igual nivel que ella) con la de
España es simplemente absurdo. ¿Qué podemos comparar de esas dos realidades? En
mi opinión nada. NI nuestro modelo de vida, de convivencia, de cultura
religiosa, de caracterización de nuestra personalidad es como la de ellos ni
desde luego nuestra realidad económica o política es ni será, yo creo, jamás
parecida.
Por lo tanto para mí es como si comparásemos un huevo con
una salchicha. Insisto, algo absurdo.
Estoy seguro de que su modelo educativo tiene muchas cosas buenas, no lo
dudo, pero hago un par de reflexiones en voz alta. Si tan bueno es todo, ¿por
qué no conocemos destacados ingenieros, empresarios líderes en innovación,
investigadores médicos o cualquier otro tipo de celebridad de nacionalidad
finlandesa? ¿Dónde están todas las supuestas mentes perfectamente educadas en
ese sistema? Sus mejores cerebros, ¿por qué no destacan a nivel mundial?
Yendo a algo más mundano, se supone que los niños
finlandeses con todo ese sistema, son y serán más felices. Pero yo pregunto, ¿A
cuántos finlandeses no les encantaría venir a vivir a España? (llamadme frívolo)
y también, ¿por qué hay tal nivel de suicidios en un país como ese? ¿La
felicidad infantil se transforma en trastorno compulsivo depresivo en la edad
adulta?
Hay otras decenas de razones que nos hacen incomparables, la
conciliación laboral, lo que su gobierno invierte en políticas sociales
(gracias a que sus niveles de impuestos son mucho más alto que los nuestros,
algo que seguramente ningún españolito querría aceptar), seguramente no
conciben que robar o trincar a hacienda sea algo imaginable y así tantas otras
muchas diferencias que son y serán por siempre inencontrables entre un español
y un finlandés.
Y toda esta larga reflexión me lleva a mi pregunta final,
que es. Si tan diferentes somos en todo, entonces, ¿por qué o para qué queremos
imitar un sistema educativo como el suyo? Es decir ¿de verdad creemos que algo
como lo que hay allí funcionaría en una sociedad como la nuestra? La respuesta
para mí es rotunda. No.
Sí, claro, nuestro sistema educativo, con un plan de
educación por cada gobierno que llega al poder es un fastidio y un fracaso. A
los que nos educamos en la LODE, los que nos siguieron decían que nuestra
generación estaba perdida. Luego llegaron otras, luego llegó la LOMCE, y luego
llegará otra más, no tardará mucho y también será criticada por todos los que
no la hayan defendido. ¿Y qué? Ya sabemos que en España jamás habrá un consenso
entre los políticos como el sistema educativo y por ello lo que nos queda es
aprovechar al máximo el que tenemos en cada momento, sea cual sea.
Yo sí creo en los deberes, en crear la cultura del esfuerzo,
de la responsabilidad y del tesón. Creo que quien dice que un niño tiene que
tener tiempo para jugar olvida que en el colegio están 6 o a lo sumo 7 horas y
que el día tiene 24, que puede jugar horas y horas y que por media hora de
deberes que haga, o que lea, o que dedique a alguna labor intelectual no se le
va a coartar su derecho al juego.
Así que basta ya de pamplinas finlandesas. Yo no quiero su
modelo educativo. Quiero que el nuestro mejore, que nuestros niños y
adolescentes se hagan responsables, que valoren el esfuerzo, que se planteen
metas y que vivan nuestra vida. Y si no, preguntad a cualquier niño finlandés
cuando lo veáis por ahí…
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