Y es que la lectura de La estrategia del agua
comenzó para mí dejándome algo perdido. Por momentos estupefacto, en otros sin
creer que estaba leyendo lo que realmente leía, para poco a poco fluir la trama
y sus personajes y convertirse en una lectura muy interesante y terminar con un
buen sabor de boca, de haber leído una novela bien construida, con una buena
historia y un final redondo.
Todo esto lo he ido pensando seguramente desde el prejuicio
que todos tenemos en cuanto se menciona el tema (políticamente incorrecto) de
las denuncias falsas de mujeres, tema en el que se sustenta esta novela. Es
obvio que encierra cierto tabú y que es un tema que no se trata abiertamente. Y
es obvio también que la existencia de algún caso no enmascara en absoluto la
tragedia que supone la violencia de género y las decenas de casos de maltrato a
mujeres.
Quitándonos todos los prejuicios y militando en la lucha por
la erradicación de la violencia machista como el que más finalmente pude
adentrarme en esta novela que plantea unos protagonistas muy claros y muy bien
construidos. Eso siempre estructura muy bien una historia y, si la abrazas con
una trama compleja de corrupción, de cierto misterio y de investigación
policial muy bien planteada, desvelando lo justo a medida que avanza la misma,
el resultado es más que admirable. Muy interesante la relación de jerarquías
entre personajes y las relaciones con claroscuros entre los cuerpos y fuerzas
de seguridad del estado.
Así pues, he tenido una iniciación con Lorenzo Silva
atípica. Tenía curiosidad por saber cómo escribía y quizá esta novela no es su
novela más representativa. Creo que tendré que leer alguna más de la saga de
esta pareja, Vila y Chamorro para hacerme una mejor idea, pero sin duda,
recomiendo que la leáis con la mente abierta, con la ponderación adecuada y
sobre todo teniendo claro que es una historia de ficción.
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