Cuando comenté en redes sociales que iba a releer la novela,
cinco años después de su publicación, en otro idioma alguien me aconsejó que
sería mejor leer en cualquier otra lengua a un autor que escriba en ella y no
una traducción.
Yo creo que en cualquiera de las dos opciones, leer a un
autor extranjero traducido al español o leerlo en versión original, implica una
pérdida del contenido. Un cierto porcentaje de su historia y sobre todo de sus
detalles queda perdido (salvo que uno sea bilingüe, que no es mi caso), lo que
nos lleva a una interesante discusión sobre cuándo perdemos más parte de la
historia. ¿Cuándo leemos la traducción oficial o cuando leemos la versión
original teniendo en cuenta nuestro nivel de dominio de ese idioma?
Mucho se ha escrito y comentado ya sobre Volver a
Canfranc. Una fantástica novela que nos traslada a 1943 a un escenario
único del norte de Aragón y en un momento crucial para la historia de Europa y
España.
Mi opinión es que la novela teje una historia, basada en
hechos reales, y se nutre de subtramas muy interesantes que enriquecen la
novela y el tren principal de su trama. Más interesante es aún leerla si se ha
visitado la estación de Canfranc. Ahora por cierto, es posible hacerlo dentro del
marco de la ruta literaria que el Gobierno de Aragón ha tenido a bien calificar
como la mejor experiencia turística de Aragón de 2021. Ahí es nada.
Pero leer esta historia de nuevo en francés me ha hecho
desmaterializar la lectura. Quiero decir que al leer en un idioma que no es el
mío (y que yo considero que es el segundo que mejor hablo) te hace destilar la
lectura como un hecho más abstracto, alejándote un poco del detalle de la
descripción y de la adjetivación y colocándote más en un torrente más genérico
de la historia, con la que disfrutas por su comprensión y avance.
Eso ha hecho que mi lectura en francés haya avanzado, sin yo
darme cuenta, mucho más rápida, más introducido en la historia, más cerca de
Jana y Durandarte, más en los años cuarenta y más cerca de la vida en aquel
momento tan crítico en el que buenas personas dieron su vida para salvar las de
otras. Eso me lleva a una de mis frases preferidas de la novela: Laurent le
había escrito una nota a Esteve que decía: “Solo nos ha sido dada una vida,
pero con esta podemos salvar muchas otras. Recuérdalo”
Me parece una frase para reivindicar siempre, para poner en
valor el buenismo, a la buena gente, a todos aquellos que hacen algo por los
demás sin esperar nada a cambio. Creo que es el eje fundamental de la novela de
Rosario y quiero darle las gracias por haber pensado en una historia de buena
gente, de buenas personas, de “buenos” para su debut literario.
Mi enhorabuena a Rosario, por su literatura, por su enorme
éxito, con esta y con sus dos posteriores novelas, por la hazaña de ver
traducida su novela a otro idioma, (por cierto que también hay una versión en
árabe de otra de sus novelas) y por su labor incansable de promoción y apoyo a
la literatura en sus talleres, congresos, clubs de lectura y presentaciones.
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