El segundo atractivo tiene que ver con el punto de vista de
la narradora. Y es que esta no es una novela al uso. No es una biografía, pero
tampoco es una novela de ficción. Es la crónica histórica de un período, de
relevancia importantísima en la vida de Manuel Azaña, tamizada por el filtro de
la relación que éste tenía con la periodista, con quien siempre mantuvo una
relación cordial e incluso de apoyo en un momento convulso para las profesiones
liberales de las mujeres.
El tercer atractivo, el más interesante desde mi punto de
vista, es el de la neutralidad frente a la figura de Azaña, vilipendiada por
unos y aclamada por otros (tan de moda últimamente en el parlamento). Y es que
el tiempo y la perspectiva siempre colocan las cosas en su justo sitio y ni son
tan malos los defectos ni tan buenas las virtudes. ¿Quién imagina cómo se
hablará de los políticos actuales y por ejemplo de su gestión frente a la
pandemia cuando hayan pasado cincuenta años? Interesante futurible. ¡Quién
pudiera leerlos allá por 2070!
Llegué a esta novela por mi interés en mejorar mi absoluta
laguna de conocimiento acerca del periodo que se narra desde que Azaña es
nombrado director del Ateneo hasta el advenimiento de la Guerra Civil. Los primeros
años 30, un período como digo muy desconocido en general y creo que no es sólo
mi caso. Considero que se dedica muy poco tiempo a su estudio en los
institutos. Sí, de la Guerra Civil hay películas, documentales, libros y libros
y novelas de todo tipo, pero muy pocos, me temo de esos primeros años treinta
en los que tanto se tejió y se manejó.
Ha sido una lectura calmada y pausada, en la que he conocido
muchos pasajes desconocidos para mí de nuestra historia dentro de una narración
novelesca que Josefina ha tejido con gran maestría. Un libro que terminó poco
antes de morir, a finales de los 70, cuando la democracia ya era una realidad
en España. Me resulta especialmente interesante el Apéndice Imaginario, en el
que imagina que Azaña llega a la España actual (la del momento de la escritura,
1979) y descubre que la actividad parlamentaria, la vida política y la
situación del estado no son ni por asomo lo que él hubiera imaginado. Buen
ejercicio de contraste. Interesante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aguardo tus comentarios: