miércoles, 30 de agosto de 2017

ESCRITORES SINGULARES-18: FABIENNE TREMBLÉ

Fabienne Tremblé es una ESCRITORA SINGULAR. En sus relatos aborda temas tan variados como la conciencia social, la cruda actualidad que vivimos, su amor por los animales, o pequeñas delicias literarias en forma de píldoras de novela histórica, de sensualidad contenida, amor explícito y cotidianidad arrolladora.
Y en cualquiera de todas esas variantes, Fabienne exhibe su dominio del lenguaje, su oficio como escritora, y su talento para componer piezas que nunca nos dejan indiferentes, que unas veces nos remueven por lo duro del relato y otras nos estremecen por la belleza de su mensaje.

He podido compartir con Fabienne el Taller de escritura online Sanscliché, impartido por Rosario Raro y ha sido un verdadero placer comentar y disfrutar cada semana sus relatos.

Hace pocos meses, Fabienne se convirtió en escritora publicada, con su magnífico volumen de relatos titulado: Personas verbales, (editorial ACEN), cuya reseña de lectura publiqué en este mismo blog.


Os lo recomiendo. Es un libro que te acompaña en tantos pequeños momentos de espera que tenemos en nuestra vida cotidiana durante los cuales puedes disfrutar de una de esas píldoras literarias de las que hablaba antes.

A continuación comparto con todos vosotros, lectores, un relato con poso, de esos que te producen un escalofrío, porque se palpa que se han escrito desde muy dentro, desde los recuerdos y la añoranza de un tiempo vivido. Su título: La cucharilla en la taza de café, inspiró la portada de su libro Personas verbales. Por favor, leedlo, es conmovedor.


Y para que conozcáis un poquito más a su autora, una breve entrevista a continuación.

LA CUCHARILLA EN LA TAZA DE CAFÉ *

Para algunos es un olor, o un sonido; para mí es la luz, en especial la del atardecer, esa tan característica de Madrid. Lo cierto es que de golpe te asaltan los recuerdos. Suele ser cuando los dorados refulgen más, los ocres se acentúan, el azul cede su añil a favor del rosa que tiñe las fachadas de los edificios. Se presentan entonces en tropel toda una serie de recuerdos, con reminiscencias de mi niñez, de esa época tan feliz y despreocupada, que cobra aún más dramatismo conforme vamos avanzando en la vida.
Veo desfilar entonces los personajes que poblaron mi infancia. La tata Juli, con su delantal de cuadros azules, fregando a conciencia las losas del office mientras cantaba “Eva María se fue” a dúo con la radio. Mi amiga Elena, esperándome en la calle, apoyada en el árbol de la esquina, con su colección de cromos de muñecas para cambiarlos. El portero, con su mirada inquisitiva, asomando medio cuerpo fuera de su ventanuco, vigilando cada paso que dábamos. Las risas y las carreras calle abajo, cuando nos divertíamos llamando a los timbres de las casas y salíamos pitando, sintiendo ese delicioso pellizco de lo prohibido en la boca del estómago.
Vuelvo a ver a mamá, sentada en el sofá del salón, removiendo despacio la cucharilla en su taza de café, mientras veía un documental de animales en la 2. La mesa de roble del despacho de papá, iluminada por el sol del atardecer, con sus pilas de papeles y libros bien ordenados. Recuerdo aquella fascinante atracción y cómo me acercaba, sigilosa, para acariciar los lomos de esos libros antiguos. El reloj de cuco, que anunciaba la hora de merendar y el cambio de turno frente al televisor, cuando mamá me cedía su sitio para que pudiera ver el programa de los payasos. Según iba girando la luz, se iluminaban unos muebles y se iban apagando otros, marcando así el tiempo, yo no necesitaba reloj.
Cuando el sol encendía el cuadro de la entrada, ese que compraron mis padres en una subasta, que tanto gustaba a mamá y tan poco a papá, sabía que eran las cinco y media, hora de merendar con los payasos. El cuadro representa a una niña con vestimenta del siglo XVIII, apoyada en una balaustrada frente a un jardín de sauces. Es rubia, de ojos azules, y tiene una sombrilla de encaje preciosa que sujeta con unas manos muy finas, cubiertas por unos guantes de rejilla. La mirada de la niña es pícara, siempre tuve la sensación de que se burlaba un poco de mí. La contemplo hoy, con nostalgia, preguntándome si me recuerda de niña, cuando yo tenía su edad, y compartía mis meriendas de Cola Cao y galletas con ella.
Ahora mamá ya no está. La tata Juli murió también. El portero se jubiló y en su lugar pusieron un portal automático condenando la puerta principal de la calle. Elena ya no me espera apoyada en el árbol de la esquina, y llamar de golpe a varios pisos a la vez ya no se me antoja tan divertido. Sin embargo, los objetos siguen allí y poco o nada han cambiado. El reloj de cuco, la mesa de roble de papa, el cuadro de la niña de mirada pícara, el ventanuco del portero. Todo está en su sitio. Me siento en el sofá, removiendo despacio una cucharilla en la taza de café. En la 2 ya no echan documentales de animales, pero siento que mamá debería estar aquí, la taza y la cucharilla son las mismas. Cierro los ojos. Los recuerdos acuden en tropel, sin haber sido llamados. Se amontonan en mi mente, formando un barullo, sin orden ni sentido. Se mezclan las imágenes, la de la tata Juli, cocinando o fregando, con su eterna sonrisa, su olor a lejía en las manos y su cariñosa presencia. Las luces del verano, más doradas y duraderas que las de invierno, invitando a desnudarse e ir ligera de ropa cuando aprieta el calor. El tic tac del reloj de cuco, que marca el tiempo con su tranquila precisión rutinaria. Silencio, colores y objetos perennes, pero silencio por encima de todo. Se han apagado las risas, el bullicio, la vida ajetreada de familia. Sólo quedo yo, en el sofá, removiendo la cucharilla en la taza de café, tratando de hacer que regrese el pasado. Si repito todos los pasos, si hago exactamente lo mismo con los mismos objetos, quizá vuelva lo que se fue…
Silencio, omnipresente. Abro lo ojos. Todo sigue en su sitio. La niña pícara me sigue observando, su mirada es cada vez más burlona. Mamá no vuelve, el pasado tampoco. El café se ha enfriado. La tata Juli ya no canta en el office. Yo ya no tengo diez años, los payasos ya no me hacen reír, y la vida sigue… No siempre es bueno rebuscar en el baúl de los recuerdos, porque cualquier tiempo pasado sí que pudo haber sido mejor.

*Relato publicado en Imprescindibles libro recopilatorio de los textos del Taller de Escritura Creativa de la Universitat Jaume I de Castellón – 2014.

ENTREVISTA SINGULAR

1.- Si te dieran la posibilidad de publicar una novela con una gran editorial ¿sobre qué tema te gustaría escribirla?
El tema sería, para mí, totalmente independiente de la editorial. Una historia es una historia, y vive a través de sus páginas, no importa quien la publique.
Pero para responder a tu pregunta, me gustaría escribir una novela histórica, con trasfondo social, me atrae mucho un proyecto así.

2.- Imagino que como buena escritora que eres serás también una gran lectora, ¿en qué momento del día te gusta más leer?
Gracias por ese piropo. Sí, soy una devora libros, y puedo leer hasta tres libros a la vez, según el momento del día. Mi rato preferido, es por la noche, acostada, antes de apagar la luz, me regalo siempre al menos media hora, es mi manera de ir soltando el estrés del día.
En verano aprovecho la playa para leer todo lo que pueda, y suelo llevar el e-book en el bolso para ir leyendo en esos ratos “tontos” tipo la consulta del médico, dentista, etc.
Lo último ya ha sido bajarme libros al móvil para cuando me dejo el e-book en casa.

3.- He podido disfrutar de la gran originalidad de tus relatos, tanto en el taller de escritura online Sanscliché, como en tu libro Personas verbales, que reseñé en este mismo blog. Cuando escribes, ¿qué temas o situaciones te inspiran? O sea, ¿Cómo te enfrentas al folio en blanco?
El folio en blanco es mi pesadilla. A menudo quiero escribir y me bloqueo cuando me desbordan los sentimientos. Esto me pasa porque además de ser muy visceral,  suelo escribir cuando necesito expresar algo fuerte, profundo, sea alegre, triste o reivindicativo. Entonces es cuando se agolpa todo, y me bloqueo.  Generalmente, escribo con las tripas y con el corazón, he aprendido con el tiempo a templar los latidos y usar la cabeza sobre todo cuando toca corregir, pero no siempre consigo que la razón se imponga al corazón.

4.- ¿Qué te acompaña cuando lees? ¿Y cuando escribes?
Cuando leo, me acompaña la radio generalmente. Para escribir, necesito o bien silencio o entonces música suave, suele ser jazz o viejas canciones francesas, soy algo chovinista en ese sentido.
Stacey Kent, Melody Gardot, Diana Krall y Barbara han participado mucho en “Personas Verbales”.

5.- Hoy en día el número de publicaciones es enorme. Hay tal marasmo de novelas, libros de escritores noveles y ediciones clásicas que es muy difícil filtrar y decidir qué es lo que leemos. En tu caso, ¿qué es lo primero en lo que te fijas para decidir leer un libro?
Depende de mi estado de ánimo. Soy bastante ecléctica en esto de la lectura, y según me encuentre, iré o bien a por la última novela de tal autor, o entonces me entrará una portada por los ojos sin saber quién es el autor. Los títulos suelen ser siempre la puerta de entrada a la hora de escoger un libro, pero así y todo tengo a mis autores preferidos a los que leo, sea cual sea el título o la portada de su libro.

6.- Vivimos en el mundo de la hiperconexión. ¿Utilizas las redes sociales? Cuáles son las que te parecen más interesantes y por qué.
No estoy reñida con las nuevas tecnologías, pero reconozco que me cuesta un poco mantenerme al día.
Uso mucho Facebook, me ayuda a estar en contacto con todos mis amigos que viven lejos (Japón, Canadá, Argentina… Europa), y familia. Pero no voy más allá, tengo mi blog “A flor de pluma”, internet y Facebook, creo que es más que suficiente para estar en contacto con amigos, lectores, compañeros de lectura, y al día.
Lo intenté con Twitter, pero desistí, no termina de convencerme ni de engancharme.

7.- ¿Eres escritora de día o de noche? 
De día.

8.- Aparte de la literatura, ¿qué otras artes te gustan? Cuéntanos un poquito cuáles y por qué (si es que hay un porqué).
Me encanta la música, no podría vivir sin ella. Me acompaña a todas partes.
La pintura me gusta mucho también, tengo gustos algo clásicos en este sentido, y destaco el impresionismo que me tiene encandilada.

9.- Te pido ahora unas respuestas rápidas

a) ¿Nos recomiendas un libro? He leído recientemente “Terapia amorosa” de Daniel Glattauer que me gusta mucho como autor. Y entre los clásicos, recomiendo y mucho cualquiera de Émile Zola.
En el género del ”ensayo” hay un libro recién publicado que recomiendo mucho por su temática muy de actualidad. Se trata de “Con la lengua fuera” de Ana Abejón (ed. ACEN), y trata de la difícil y demoledora convivencia con un PSI (Psicópata Socialmente Integrado), vivimos rodeados de ellos.

b) Un personaje literario que sea inspirador para ti.
No podría citar solo a uno, pues son muchos los que me han marcado. Destacaría a Julien Sorel de “Rojo y Negro” (Stendhal), a Jane Eyre (Brontë), Anna Karenina (Tolstoï), todos personajes con una fuerza y una pasión arrolladora.

c) ¿Qué género literario te apasiona más? El histórico.

d) ¿Eres de radio o de televisión? De radio, siempre.

e) ¿Mar o montaña? Lo siento.
Ambos, y como tengo la suerte de vivir en la Costa Brava, tengo a mano Pirineos y Mediterráneo, todo un lujo.

f) La última cosa que te haya sorprendido tanto que todavía la recuerdes.
Uf… Me sorprenden cada día, soy bastante ingenua en cuanto a que tiendo a pensar siempre que la gente es buena, y por desgracia cada día veo que no es así.

g) Una canción o cantante que tenga para ti un significado singular. Mediterráneo de Serrat. Me conmueve siempre.

10.- Para terminar, me gustaría que definieras una escena lo más cercana posible a tu felicidad.

Un fin de semana 100% casero, con mi marido, sin obligaciones, sin compromisos de trabajo, sin quedadas, simplemente en casa. Salir a pasear con Kim, nuestra perra. Preparar una buena comida y/o cena, y ver una película comiendo pipas. ¡Por supuesto, con mi parcela de tiempo para leer!

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