Fabienne Tremblé
es una ESCRITORA SINGULAR. En sus
relatos aborda temas tan variados como la conciencia social, la cruda
actualidad que vivimos, su amor por los animales, o pequeñas delicias
literarias en forma de píldoras de novela histórica, de sensualidad contenida,
amor explícito y cotidianidad arrolladora.
Y en cualquiera de todas esas variantes, Fabienne exhibe su
dominio del lenguaje, su oficio como escritora, y su talento para componer
piezas que nunca nos dejan indiferentes, que unas veces nos remueven por lo
duro del relato y otras nos estremecen por la belleza de su mensaje.
He podido compartir con Fabienne el Taller de escritura
online Sanscliché, impartido por Rosario Raro y ha sido un verdadero placer
comentar y disfrutar cada semana sus relatos.
Hace pocos meses, Fabienne se convirtió en escritora
publicada, con su magnífico volumen de relatos titulado: Personas verbales,
(editorial ACEN), cuya reseña de lectura publiqué en este mismo blog.
Os lo recomiendo. Es un libro que te acompaña en tantos
pequeños momentos de espera que tenemos en nuestra vida cotidiana durante los
cuales puedes disfrutar de una de esas píldoras literarias de las que hablaba
antes.
A continuación comparto con todos vosotros, lectores, un
relato con poso, de esos que te producen un escalofrío, porque se palpa que se
han escrito desde muy dentro, desde los recuerdos y la añoranza de un tiempo
vivido. Su título: La cucharilla en la taza de café, inspiró la portada de su
libro Personas verbales. Por favor, leedlo, es conmovedor.
Y para que conozcáis un poquito más a su autora, una breve
entrevista a continuación.
LA CUCHARILLA EN LA TAZA DE CAFÉ *
Para algunos es un olor, o un sonido; para mí es la luz,
en especial la del atardecer, esa tan característica de Madrid. Lo cierto es
que de golpe te asaltan los recuerdos. Suele ser cuando los dorados refulgen
más, los ocres se acentúan, el azul cede su añil a favor del rosa que tiñe las
fachadas de los edificios. Se presentan entonces en tropel toda una serie de
recuerdos, con reminiscencias de mi niñez, de esa época tan feliz y
despreocupada, que cobra aún más dramatismo conforme vamos avanzando en la
vida.
Veo desfilar entonces los personajes que poblaron mi
infancia. La tata Juli, con su delantal de cuadros azules, fregando a
conciencia las losas del office
mientras cantaba “Eva María se fue” a dúo con la radio. Mi amiga Elena,
esperándome en la calle, apoyada en el árbol de la esquina, con su colección de
cromos de muñecas para cambiarlos. El portero, con su mirada inquisitiva,
asomando medio cuerpo fuera de su ventanuco, vigilando cada paso que dábamos.
Las risas y las carreras calle abajo, cuando nos divertíamos llamando a los
timbres de las casas y salíamos pitando, sintiendo ese delicioso pellizco de lo
prohibido en la boca del estómago.
Vuelvo a ver a mamá, sentada en el sofá del salón,
removiendo despacio la cucharilla en su taza de café, mientras veía un
documental de animales en la 2. La mesa de roble del despacho de papá,
iluminada por el sol del atardecer, con sus pilas de papeles y libros bien
ordenados. Recuerdo aquella fascinante atracción y cómo me acercaba, sigilosa,
para acariciar los lomos de esos libros antiguos. El reloj de cuco, que
anunciaba la hora de merendar y el cambio de turno frente al televisor, cuando
mamá me cedía su sitio para que pudiera ver el programa de los payasos. Según
iba girando la luz, se iluminaban unos muebles y se iban apagando otros,
marcando así el tiempo, yo no necesitaba reloj.
Cuando el sol encendía el cuadro de la entrada, ese que
compraron mis padres en una subasta, que tanto gustaba a mamá y tan poco a
papá, sabía que eran las cinco y media, hora de merendar con los payasos. El
cuadro representa a una niña con vestimenta del siglo XVIII, apoyada en una
balaustrada frente a un jardín de sauces. Es rubia, de ojos azules, y tiene una
sombrilla de encaje preciosa que sujeta con unas manos muy finas, cubiertas por
unos guantes de rejilla. La mirada de la niña es pícara, siempre tuve la
sensación de que se burlaba un poco de mí. La contemplo hoy, con nostalgia,
preguntándome si me recuerda de niña, cuando yo tenía su edad, y compartía mis
meriendas de Cola Cao y galletas con ella.
Ahora mamá ya no está. La tata Juli murió también. El
portero se jubiló y en su lugar pusieron un portal automático condenando la
puerta principal de la calle. Elena ya no me espera apoyada en el árbol de la
esquina, y llamar de golpe a varios pisos a la vez ya no se me antoja tan
divertido. Sin embargo, los objetos siguen allí y poco o nada han cambiado. El
reloj de cuco, la mesa de roble de papa, el cuadro de la niña de mirada pícara,
el ventanuco del portero. Todo está en su sitio. Me siento en el sofá,
removiendo despacio una cucharilla en la taza de café. En la 2 ya no echan
documentales de animales, pero siento que mamá debería estar aquí, la taza y la
cucharilla son las mismas. Cierro los ojos. Los recuerdos acuden en tropel, sin
haber sido llamados. Se amontonan en mi mente, formando un barullo, sin orden
ni sentido. Se mezclan las imágenes, la de la tata Juli, cocinando o fregando,
con su eterna sonrisa, su olor a lejía en las manos y su cariñosa presencia.
Las luces del verano, más doradas y duraderas que las de invierno, invitando a
desnudarse e ir ligera de ropa cuando aprieta el calor. El tic tac del reloj de
cuco, que marca el tiempo con su tranquila precisión rutinaria. Silencio,
colores y objetos perennes, pero silencio por encima de todo. Se han apagado
las risas, el bullicio, la vida ajetreada de familia. Sólo quedo yo, en el
sofá, removiendo la cucharilla en la taza de café, tratando de hacer que
regrese el pasado. Si repito todos los pasos, si hago exactamente lo mismo con
los mismos objetos, quizá vuelva lo que se fue…
Silencio, omnipresente. Abro lo ojos. Todo sigue en su
sitio. La niña pícara me sigue observando, su mirada es cada vez más burlona.
Mamá no vuelve, el pasado tampoco. El café se ha enfriado. La tata Juli ya no
canta en el office. Yo ya no tengo
diez años, los payasos ya no me hacen reír, y la vida sigue… No siempre es
bueno rebuscar en el baúl de los recuerdos, porque cualquier tiempo pasado sí
que pudo haber sido mejor.
*Relato publicado en Imprescindibles
libro recopilatorio de los textos del Taller de Escritura Creativa de la
Universitat Jaume I de Castellón – 2014.
ENTREVISTA SINGULAR
1.- Si te dieran la posibilidad de publicar una novela con
una gran editorial ¿sobre qué tema te gustaría escribirla?
El tema sería, para mí,
totalmente independiente de la editorial. Una historia es una historia, y vive
a través de sus páginas, no importa quien la publique.
Pero para responder a
tu pregunta, me gustaría escribir una novela histórica, con trasfondo social,
me atrae mucho un proyecto así.
2.- Imagino que como buena escritora que eres serás también
una gran lectora, ¿en qué momento del día te gusta más leer?
Gracias por ese piropo.
Sí, soy una devora libros, y puedo leer hasta tres libros a la vez, según el
momento del día. Mi rato preferido, es por la noche, acostada, antes de apagar
la luz, me regalo siempre al menos media hora, es mi manera de ir soltando el
estrés del día.
En verano aprovecho la
playa para leer todo lo que pueda, y suelo llevar el e-book en el bolso para ir
leyendo en esos ratos “tontos” tipo la consulta del médico, dentista, etc.
Lo último ya ha sido
bajarme libros al móvil para cuando me dejo el e-book en casa.
3.- He podido disfrutar de la gran originalidad de tus
relatos, tanto en el taller de escritura online Sanscliché, como en tu libro Personas
verbales, que reseñé en este mismo blog. Cuando escribes, ¿qué temas o
situaciones te inspiran? O sea, ¿Cómo te enfrentas al folio en blanco?
El folio en blanco es
mi pesadilla. A menudo quiero escribir y me bloqueo cuando me desbordan los
sentimientos. Esto me pasa porque además de ser muy visceral, suelo escribir cuando necesito expresar algo
fuerte, profundo, sea alegre, triste o reivindicativo. Entonces es cuando se
agolpa todo, y me bloqueo. Generalmente,
escribo con las tripas y con el corazón, he aprendido con el tiempo a templar
los latidos y usar la cabeza sobre todo cuando toca corregir, pero no siempre
consigo que la razón se imponga al corazón.
4.- ¿Qué te acompaña cuando lees? ¿Y cuando escribes?
Cuando leo, me acompaña
la radio generalmente. Para escribir, necesito o bien silencio o entonces
música suave, suele ser jazz o viejas canciones francesas, soy algo chovinista
en ese sentido.
Stacey Kent, Melody
Gardot, Diana Krall y Barbara han participado mucho en “Personas Verbales”.
5.- Hoy en día el número de publicaciones es enorme. Hay tal
marasmo de novelas, libros de escritores noveles y ediciones clásicas que es
muy difícil filtrar y decidir qué es lo que leemos. En tu caso, ¿qué es lo
primero en lo que te fijas para decidir leer un libro?
Depende de mi estado de
ánimo. Soy bastante ecléctica en esto de la lectura, y según me encuentre, iré
o bien a por la última novela de tal autor, o entonces me entrará una portada
por los ojos sin saber quién es el autor. Los títulos suelen ser siempre la
puerta de entrada a la hora de escoger un libro, pero así y todo tengo a mis
autores preferidos a los que leo, sea cual sea el título o la portada de su
libro.
6.- Vivimos en el mundo de la hiperconexión. ¿Utilizas las
redes sociales? Cuáles son las que te parecen más interesantes y por qué.
No estoy reñida con las
nuevas tecnologías, pero reconozco que me cuesta un poco mantenerme al día.
Uso mucho Facebook, me
ayuda a estar en contacto con todos mis amigos que viven lejos (Japón, Canadá,
Argentina… Europa), y familia. Pero no voy más allá, tengo mi blog “A flor de
pluma”, internet y Facebook, creo que es más que suficiente para estar en
contacto con amigos, lectores, compañeros de lectura, y al día.
Lo intenté con Twitter,
pero desistí, no termina de convencerme ni de engancharme.
7.- ¿Eres escritora de día o de noche?
De día.
8.- Aparte de la literatura, ¿qué otras artes te gustan?
Cuéntanos un poquito cuáles y por qué (si es que hay un porqué).
Me encanta la música,
no podría vivir sin ella. Me acompaña a todas partes.
La pintura me gusta
mucho también, tengo gustos algo clásicos en este sentido, y destaco el
impresionismo que me tiene encandilada.
9.- Te pido ahora unas respuestas rápidas
a) ¿Nos recomiendas un libro? He leído recientemente “Terapia amorosa” de
Daniel Glattauer que me gusta mucho como autor. Y entre los clásicos,
recomiendo y mucho cualquiera de Émile Zola.
En el género del ”ensayo” hay un libro recién publicado que recomiendo
mucho por su temática muy de actualidad. Se trata de “Con la lengua fuera” de
Ana Abejón (ed. ACEN), y trata de la difícil y demoledora convivencia con un
PSI (Psicópata Socialmente Integrado), vivimos rodeados de ellos.
b) Un personaje literario que sea
inspirador para ti.
No podría citar solo a uno, pues son muchos los que me han marcado.
Destacaría a Julien Sorel de “Rojo y Negro” (Stendhal), a Jane Eyre (Brontë),
Anna Karenina (Tolstoï), todos personajes con una fuerza y una pasión
arrolladora.
c) ¿Qué género literario te apasiona
más? El histórico.
d) ¿Eres de radio o de televisión? De radio, siempre.
e) ¿Mar o montaña? Lo siento.
Ambos, y como tengo la suerte de vivir en la Costa Brava, tengo a mano
Pirineos y Mediterráneo, todo un lujo.
f) La última cosa que te haya
sorprendido tanto que todavía la recuerdes.
Uf… Me sorprenden cada día, soy bastante ingenua en cuanto a que tiendo a
pensar siempre que la gente es buena, y por desgracia cada día veo que no es
así.
g) Una canción o cantante que tenga
para ti un significado singular. Mediterráneo
de Serrat. Me conmueve siempre.
10.- Para terminar, me gustaría que definieras una escena lo
más cercana posible a tu felicidad.
Un fin de semana 100%
casero, con mi marido, sin obligaciones, sin compromisos de trabajo, sin quedadas,
simplemente en casa. Salir a pasear con Kim, nuestra perra. Preparar una buena
comida y/o cena, y ver una película comiendo pipas. ¡Por supuesto, con mi
parcela de tiempo para leer!