“Siempre hay luz si tan solo somos lo suficientemente valientes para verla. Si tan solo fuéramos suficientemente valientes para serla”
Parece que
hay ciertos sectores que no lo son. Que no pueden ver ni ser la luz del sentido
común y de la normalidad de la condición humana.
La poeta
estadounidense Amanda Gorman participó en la investidura de Joe Biden y declamó
su poema titulado “The Hill we climb” y terminó con esos dos
versos en una intervención histórica por la juventud de su declamante y por su
participación y activismo en la lucha por la defensa de la igualdad, contra la
marginación y el racismo y acerca de la diáspora africana.
Semejante plataforma
mundial tuvo su efecto y decenas de editoriales de muchos países solicitaron
traducir su poemario a multitud de idiomas, alcanzando una repercusión global.
Y una más
de esas traducciones, al neerlandés, iba a ser realizada por la escritora
holandesa Marieke Lucas Rijneveld ( ganadora del prestigioso premio International
Booker Prize por su libro La inquietud de la noche) a petición de la editorial
Meulenhoff que había adquirido los derechos para publicar en los Países Bajos. La
autora de los versos estaba de acuerdo con la traductora elegida por su
compromiso con los temas de igualdad de género y su estilo propio y juventud. Y
entonces las Redes Sociales se pusieron en marcha para el despropósito.
No habréis
podido leer hasta aquí ningún adjetivo aplicado a ninguna de las dos autoras: ¿Por
qué? Porque es irrelevante. Porque no aporta nada a la noticia. Porque estoy
comentando la noticia de que una poeta de habla inglesa va a ser traducida a
otro idioma por otra escritora de ese idioma. No hay adjetivación posible que
no sea la de describir las habilidades literarias de una y otra o la capacidad
(en mi humilde opinión admirable) de adaptar de un idioma a otro toda la
carga literaria y emocional de un poemario.
Podría haber
formulado la noticia y el comentario de otro modo, y haber mencionado: la poeta
afroamericana de raza negra Amanda Gorman va a ser traducida al neerlandés por
la joven escritora no binaria (no se identifica con ninguno de los dos géneros
de forma individual, ni chico ni chica) de raza blanca Marieke Lucas Rijneveld.
¿Y qué
habrían aportado estos adjetivos? Más bien habrían levantado muros, barreras
para las mentes de pensamiento túnel e inflexible que gustan de los guetos y la
cerrazón.
Y eso es
lo que ha ocurrido. Volvemos a las dichosas Redes Sociales en las que enseguida
los iluminados de turno (recuerdo que el plural masculino engloba en la lengua
castellano a ellos y a ellas) han empezado a despotricar y a indicar que una
mujer blanca no puede traducir fielmente el mensaje que una poeta de raza negra
ha querido transmitir, como si ellos estuvieran en la mente de la poeta de raza
negra y supieran lo que el cerebro de la de raza blanca es capaz de pensar y
hacer. Como si las mentes tuviesen razas y colores.
Es
sencillamente absurdo, paleolítico y lamentable que la condición humana llegue
a tal reduccionismo, a una visión tan lineal y limitante que nos remite a la
edad media, a la Inquisición y al negacionismo.
Lo peor de
todo, lo más triste, es que este ultranacionalismo de raza, que hasta ahora
parecía exclusivo de la sociedad estadounidense ha dado el salto y lo tenemos
ya en la inclusiva Europa. Y mucho me temo que ha llegado para quedarse.
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