La bruma verde ha sido un maravilloso descubrimiento
que me llegó de la mano del blog #Librospordoquier. En los tiempos literarios
que corren, en los que la novela negra es la reina, encontrar una novela de
aventuras, con todas sus letras y en mayúscula ha sido una bendición.
Gonzalo Giner (a quien leo por primera vez) ganó el Premio
Fernando Lara de novela en 2020 con ella. Nos ofrece una trama que nos traslada
a la República Democrática del Congo para vivir, de la mano de Bineka, una
experiencia que nos permitirá sumergirnos en esa bruma verde que la vida en la
selva y el amor por la naturaleza nos ofrece.
Su lectura está llena de emociones, de vida, sobre todo, del
amor por la conservación de la naturaleza y de la Tierra, y de la denuncia de
la sobreexplotación y el materialismo de las grandes multinacionales. Hay
grandes historias de amor multidireccional, hay misterio, hay una gran intriga
y labor detectivesca, hay miedo, resiliencia, y por supuesto hay un personaje
villano que representa la cruda realidad que vivimos y que, por desgracia y
habitualmente, suele salvarse siempre de todas las justicias, humanas y
terrenales.
Yo, que fui un niño nacido en un pueblo, en el campo,
rodeado de naturaleza, a la cual despreciaba cuando era adolescente para
convertirme en un urbanita de libro, he ido regresando poco a poco, a medida
que he ido acumulando décadas a lo auténtico, a lo sencillo, a lo que la tierra
nos da. Y conocer a personajes como Colin, Luis o Beatriz me vuelve a
reconciliar en este camino de reencuentro, y me reafirma en la creencia de que
el “buenismo” se ha de reivindicar.
Creo en la bondad de la gente, en las buenas intenciones y
en el constructivismo positivo, tan denostado hoy en día, y aunque soy un
pesimista derrotado en las grandes luchas globales como la del cambio climático
o la lucha contra la pobreza y otras, esta novela me vuelve a dar una
esperanza. Un ápice de posibilidad de que siempre algo puede hacerse para
luchar contra el hiper capitalismo, contra la destrucción y los intereses
desaforados de las mega compañías mundiales.
Leer La bruma verde ha sido un bálsamo para el alma.
Un paréntesis cada día en que he la he leído y disfrutado, viajando al Congo y
sumergiéndome en esa selva de la que todos, como dice la novela, hemos salido.
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