Tras terminar la lectura de este libro, denso y dificultoso
por la utilización de la jerga bursátil y la complicada narración de la
arquitectura financiera creada artificiosamente por los financieros de Wall
Street, he concluido que una buena forma de reseñarlo sería copiar este párrafo
íntegro:
“¿Cómo
se le explica a un ciudadano inocente del mundo libre la importancia de una
permuta de impago crediticio sobre un tramo doble A de una obligación de deuda
garantizada respaldada por activos subprime?”
(…)
El
Fondo Monetario Internacional evaluaría las pérdidas en los activos
relacionados con el mercado subprime originados en USA en un billón de dólares.
Un billón de dólares en pérdidas creadas por los financieros estadounidenses, a
partir de una pura farsa e incardinadas en el sistema financiero de Estados
Unidos.”
Es decir, es la creación de un mercado financiero de cientos
de miles de millones de dólares basado en una mentira, en la suposición de que
algo (lo que sucedió) no podría nunca pasar y alcanzando unos niveles de
yuxtaposición de términos, creación de expresiones vacías y faltas de
significado con el único propósito de decir sin contar, de hablar y hablar sin
que nadie entendiese de qué diablos se hablaba y sin que, ni siquiera los
eruditos economistas de Wall Street, supieran qué demonios contenían los
activos financieros creados a partir de seguros de impago de préstamos
hipotecarios basura que se remozaban en fondos de valor triple B que por arte
de magia las grandes agencias de calificación estadounidense reconvertían en
triple A.
En la crisis de las hipotecas basura (o subprime en su acepción inglesa) todos mintieron o más bien tendríamos
que decir que nadie quiso entender que aquel gigante defectuoso que crecía y
crecía de forma descomunal y vertiginosa caería sin ninguna duda.
La novela, desde el punto de vista literario es emocionante.
Lastra un poco su interés la densidad de la jerga burocrática y económica pero
aun así mantiene un ritmo suficiente que te permite avanzar.
Pero sin duda, lo más duro, lo más fuerte que he descubierto
con su lectura es que la crisis, la famosa crisis inmobiliaria financiera y
económica que todo el mundo lleva viviendo desde finales de 2007 no es que
sucediese sin más, o porque le tocase en el rotar del ciclo económico. Es sin
ninguna duda una crisis creada artificialmente por los descerebrados
financieros de Estados Unidos, de codicia infinita y responsabilidad nula.
Todas las partes implicadas, bancos emisores de préstamos hipotecarios, bancos
de inversión creadores de activos financieros con ellas y agencias de
clasificación que los recalificaban sin ningún criterio ni base, son los
culpables de que miles de empresas hayan desaparecido, de que tantas y tantas
personas hayan sufrido y tenido que modificar sus vidas y de que además, se nos
haya acusado de que vivíamos por encima de nuestras posibilidades. Nada más
lejos de la realidad. Ellos sí que vivieron por encima, pero por encima de sus
posibilidades de racionalidad.
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