Sombras viejas es la cuarta novela que leo de Francisco González Ledesma, después de Historia de Dios en una esquina, Una novela de barrio y Peores formas de morir, todas ellas de la serie del inspector Méndez que tanto éxito le ha otorgado.
Y creo que en esta ocasión he descubierto por qué me gusta
tanto cómo escribe. Y es por su atemporalidad. Esta novela que ahora termino de
leer fue su primer gran éxito, con ella ganó el Premio Internacional José Janés
en 1948 y fue censurada en España durante décadas. Y a pesar de estar escrita
en los años cuarenta y retratar el ambiente social de los años treinta en
España, podría haber sido escrita el año pasado. De hecho, cuando comencé a
leerla no fui consciente, hasta que aparecieron las primeras referencias
históricas, de ello. Su lenguaje, su ritmo narrativo, su descripción de
personajes, su tratamiento de las tramas es tan actual como las buenas novelas actuales
y si comparo el uso del español con otras obras contemporáneas de otros
autores, encuentro una diferencia descomunal.
González Ledesma es un escritor prolífico, con casi mil
novelas del oeste publicadas bajo el pseudónimo de Silver Kane, que mi padre
deglutía a porrillo. Todavía conservo algunas de ellas en la casa de Belchite y
en el próximo viaje las voy a recuperar porque nunca me interesaron y ahora,
creo que puede ser un buen momento para coger una de esas novelillas del oeste
de bolsillo y leérmelas de una sentada, como hacía él antes de que su memoria
se acortase al atisbo de la inmediatez.
La obra de González Ledesma es, seguramente inabarcable en
una vida como lector, pero es un escritor tan moderno, en su conceptualidad,
que siempre vuelvo a él. Hasta ahora, cada verano lo hacía, a partir de ahora,
mucho más a menudo.
Siempre digo que las buenas novelas, los buenos libros, los
de verdad, son esos en los que el simple placer de la lectura supera la
expectativa de saber cuál es el desenlace. Y con González Ledesma siempre me
pasa eso. El durante es tanto o más interesante que el qué o el para qué. El
disfrute de su lectura, de su narrativa como decía al principio atemporal, su
mirada moderna y vanguardista de la novela negra social y su acertada descripción
de la sociedad en cada momento.
En Sombras viejas, el polígono formado con los
vértices de Paulina, Nora, Enrique Moriel e Ismael Leonardo es como un lego: en
ocasiones vira en torno al vértice de Paulina y de su ingenuidad. En otras,
hacia el misterio de Nora y su doble vida. A veces hacia Enrique Moriel y su
gallardía y en otras hacia el deseo de control de Ismael Leonardo. Una relación
podríamos casi decir de poliamor, si estuviese fechada en 2022, aunque fue
escrita ochenta años antes. Por ahí tenéis una pista de su vanguardismo cono
narrador.
Como siempre, fascinante.
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