domingo, 8 de agosto de 2021

Dios = Messi también llora

Muchas veces he escuchado llamar a Messi con ese apelativo, el de Dios del fútbol mundial, y siempre me he preguntado qué pasa por la cabeza de Dios.

Ayer pudimos ver la teatralización de una ruptura, una despedida amarga que, estoy seguro a más de uno, le supo dulce.

Yo la resumiría en esta frase: ¡Al fin nos quitamos a Messi de en medio!

Y es que los jarrones chinos siempre han sido difíciles de reubicar. Ya lo dijo aquel famoso presidente del gobierno de la rosa años atrás.

Es indudable la calidad del jugador, la alta valía y aportación al fútbol, a la estrategia, a la precisión de sus disparos, y a la implicación en el juego. Todo lo que tiene que ver con lo deportivo, desde mi punto de vista intachable. Pero hace muchísimo tiempo que el fútbol no es ya un deporte, sino un enorme negocio. Y ahí sí que ya la cosa es mucho más criticable.

 Cualquier empresa que acumulase una pérdida de 487 millones de euros sobre un presupuesto esperado de 828 millones de ingresos y 796 de gastos y sin un proyecto claro para recuperar los ingresos, ante la incertidumbre de la asistencia de público en esta temporada, estaría ya inmersa en una macro re-estructuración, cuando no en plena declaración de concurso de acreedores.

Pero los clubs de fútbol parecen intocables. ¿Por qué se les permiten estas barbaridades? ¿Por qué no se investiga a fondo los chanchullos de todo tipo, de la liga como institución, de los fichajes de toda condición, de las apuestas, y de las operaciones inmobiliarias en torno a los estadios?

Nadie parece atreverse a meter mano en ese melón. Y el melón de Messi era mucho melón.

Mi opinión es que la nueva directiva personalizada en Laporta ha tenido una doble cara: De cara al público ha dicho siempre que quería a Messi en el equipo y haría todo lo posible para que se quedase. De cara a sí mismo ha pensado que tenía un jugador que le costaba 130 millones al año, con 34 años, ya no rindiendo igual y con una influencia posiblemente dañina para el equipo como tal, al centralizar todo en él. Toda la estrategia deportiva, la distribución de juego, las decisiones sobre tirar penalties y faltas, todo quedaba en manos de Messi, minusvalorando al resto de la plantilla. ¿Quién le plantaba cara a Messi? Nadie.

Así que Laporta posiblemente se dijo, bueno, el ciclo de Messi ha sido espectacular, pero está en su ocaso así que mejor me lo quito como sea. Que siga su camino y yo, que estoy limpiando este Barça lastrado por las malísimas decisiones de fichajes y de gestión económica del anterior equipo, me dedico a comenzar desde cero. Potencio la labor de equipo sin personalismos, me quito un pufo de millones, quedo bien frente a todos diciendo que he hecho todo lo que he podido y aquí paz y después gloria.

¿Qué va a hacer Messi en el PSG? ¿Qué van a hacer tres gallos en un mismo corral? SE avecinan problemas para el club parisino, me parece a mí.

Lo único que salvaría de la comparecencia de ayer sería su lado humano. Es muy difícil, por lo impenetrable, por lo inaccesible de ser Dios, saber qué pasaba por la mente de Messi, qué sentía, qué le ha pasado por el corazón, pero sus lágrimas nos han hecho ver que Dios también llora, pero que llora en diferido.

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