Ayer pudimos ver la
teatralización de una ruptura, una despedida amarga que, estoy seguro a más de
uno, le supo dulce.
Yo la resumiría
en esta frase: ¡Al fin nos quitamos a Messi de en medio!
Y es que los
jarrones chinos siempre han sido difíciles de reubicar. Ya lo dijo aquel famoso
presidente del gobierno de la rosa años atrás.
Es indudable la
calidad del jugador, la alta valía y aportación al fútbol, a la estrategia, a
la precisión de sus disparos, y a la implicación en el juego. Todo lo que tiene
que ver con lo deportivo, desde mi punto de vista intachable. Pero hace muchísimo
tiempo que el fútbol no es ya un deporte, sino un enorme negocio. Y ahí sí que
ya la cosa es mucho más criticable.
Cualquier empresa que acumulase una pérdida de
487 millones de euros sobre un presupuesto esperado de 828 millones de ingresos
y 796 de gastos y sin un proyecto claro para recuperar los ingresos, ante la
incertidumbre de la asistencia de público en esta temporada, estaría ya inmersa
en una macro re-estructuración, cuando no en plena declaración de concurso de
acreedores.
Pero los clubs de
fútbol parecen intocables. ¿Por qué se les permiten estas barbaridades? ¿Por
qué no se investiga a fondo los chanchullos de todo tipo, de la liga como
institución, de los fichajes de toda condición, de las apuestas, y de las
operaciones inmobiliarias en torno a los estadios?
Nadie parece atreverse
a meter mano en ese melón. Y el melón de Messi era mucho melón.
Mi opinión es que
la nueva directiva personalizada en Laporta ha tenido una doble cara: De cara
al público ha dicho siempre que quería a Messi en el equipo y haría todo lo posible
para que se quedase. De cara a sí mismo ha pensado que tenía un jugador que le
costaba 130 millones al año, con 34 años, ya no rindiendo igual y con una influencia
posiblemente dañina para el equipo como tal, al centralizar todo en él. Toda la
estrategia deportiva, la distribución de juego, las decisiones sobre tirar
penalties y faltas, todo quedaba en manos de Messi, minusvalorando al resto de
la plantilla. ¿Quién le plantaba cara a Messi? Nadie.
Así que Laporta posiblemente
se dijo, bueno, el ciclo de Messi ha sido espectacular, pero está en su ocaso
así que mejor me lo quito como sea. Que siga su camino y yo, que estoy
limpiando este Barça lastrado por las malísimas decisiones de fichajes y de
gestión económica del anterior equipo, me dedico a comenzar desde cero.
Potencio la labor de equipo sin personalismos, me quito un pufo de millones, quedo
bien frente a todos diciendo que he hecho todo lo que he podido y aquí paz y
después gloria.
¿Qué va a hacer
Messi en el PSG? ¿Qué van a hacer tres gallos en un mismo corral? SE avecinan
problemas para el club parisino, me parece a mí.
Lo único que
salvaría de la comparecencia de ayer sería su lado humano. Es muy difícil, por
lo impenetrable, por lo inaccesible de ser Dios, saber qué pasaba por la mente
de Messi, qué sentía, qué le ha pasado por el corazón, pero sus lágrimas nos
han hecho ver que Dios también llora, pero que llora en diferido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aguardo tus comentarios: