sábado, 31 de julio de 2021
viernes, 30 de julio de 2021
La casa de huéspedes - mi crónica de lectura
Y cuando eso sucede con un autor de aquí, de Castellón, la
sorpresa todavía es mayor.
La casa de huéspedes ha resultado ser un soplo de
diversidad para mis lecturas de verano. Francesc Gómez Guillamón ha creado un
universo fantástico propio. Ha dimensionado su historia dentro de una casa que
recibe a todos aquellos personajes que necesitan protección, que se salen de la
norma, que son diferentes y no encajan en sus mundos. Y ha creado fenómenos y seres
desconocidos para mí mucho más allá de las típicas criaturas de la literatura
fantástica, como los vampiros, los fantasmas o los hombres lobo.
En su casa podemos encontrar un dios del azúcar, que no puede
controlar su capacidad para crear alimentos dulces, una Dama Blanca, que puede
leer y encontrar la verdad de la esencia humana dentro de cualquiera, una
sacerdotisa egipcia capaz de crear un ser de arena al que dotarlo con vida
humana o un gentleman que puede predecir el futuro de las personas que les
rodean, por nombrar unos cuantos.
Su narrativa es ligera, fresca, animosa y muy entretenida. Es
como cuando de niño lees un cuento y te maravilla de tal forma que puedes
llegar a creerte que es cierto todo lo que cuenta.
La lucha del bien contra el mal está presente de una forma
muy singular, algo que le da un cierto carácter clásico a la novela, pero
Francesc lo reviste de singularidad propia, diferente, al menos, a todo lo que
yo he leído hasta ahora.
Francesc tiene ya una dilatada trayectoria como escritor de
literatura fantástica. Yo lo he descubierto con La casa de huéspedes, pero,
tras leer su final, que invita o deja entrever una continuación de la novela en
una futura entrega, creo que seguiré con su mundo, con sus criaturas, con Minnie
y su ambivalencia ingenuidad/fortaleza, con todos los seres creados por él y
habitantes de la fantástica casa en la que a mí, si soy sincero y lo confieso,
también me gustaría vivir.
Un diez para esta novela que me ha refrescado, entretenido e
intrigado a partes iguales.
La recomiendo a todos, adolescentes, pocolectores o lectores
empedernidos. Os encantará.
jueves, 29 de julio de 2021
Redes A-sociales
¿Para qué nos
sirve tener esta vida alternativa a la nuestra?
¿Qué obtenemos de ella? ¿Placer? ¿Reconocimiento? ¿Diversión?
¿Egolatría? ¿Se os ocurre algún otro sustantivo que podamos adjudicárselo
también, no sé, altruismo, compañerismo, solidaridad, compañía…?
Seguramente para
cada persona su vida virtual lo es y la tiene por una infinidad de motivos diversos
que la harán necesaria en unos casos, obligatoria en otros o quizá
prescindible.
En mi caso y
después de tanta reflexión como digo no sé muy bien cómo catalogarla, pero me
surgen muchas preguntas sin respuesta, cuando, en realidad, la respuesta
evidente es que simplemente es irreal.
Pongo algunos
ejemplos, dos en concreto, uno de Facebook (la red social para los talluditos…
o sea, los del siglo XX como yo, o la “red de abuelos” como dice mi hijo
adolescente”. Si recopilo mi vida virtual en “Caralibro” tengo 736 “face-amigos”.
Hoy me ha dado por entrar a mirarlos a todos ellos y la cantidad de gente que
desconozco por completo me ha dejado estupefacto. Fruto, en unos casos, de ciertas
quedadas virtuales, en otros, de amigos de amigos, y en casi todos, del único afán
de acumular por acumular sin ningún sentido. Dicen las malas lenguas que el
algoritmo de Facebook te hace interrelacionarte o mirar las publicaciones de un
máximo de 25 de tus amigos. Yo diría que incluso de menos, sobre todo cuando,
como yo, mi actividad en la red para con los otros es dar un “like” o, en pocas
ocasiones, añadir un pequeño comentario. 736 supuestos amigos, de los que
apenas conozco verdaderamente a 100 y de los que tengo una relación habitual con
menos de 30. No hablo de amistad porque la amistad se tiene que cultivar en la
distancia corta, en mi opinión. Entonces me digo, este elevado número va bien
para la promoción de mis novelas y tal… me cuento al oído este cuento… para
convencerme pero es que luego resulta que hago una presentación de una novela o
publico un “post” que lleva al blog que escribo Loabsolutonoexiste y de los likes que recibo, apenas el 10%
han terminado acompañándome en la presentación o leyendo realmente el post. O
sea, likes por likes sin más y para nada más que poner el simbolito del pulgar
hacia arriba. No voy a ser cínico, yo también doy likes sin ton ni son a veces… entono yo primero el
mea culpa.
El otro ejemplo,
aún más disparatado es “Tik Tok” la última red social a la que me he apuntado
para surcar por las ondas y publicaciones que mis hijos ven a diario y ver de
qué va la cosa. Si mis “éxitos” publicativos en Facebook tenían como la mejor
puntuación (entendiéndola como likes) una ridícula cifra de 85, que a mí ya me
parecía una barbaridad, llego a Tik tok, subo un mini vídeo de 10 segundos de
una tarta Red Velvet que hice con mi hijo y llego a 1200 visualizaciones.
¿Perdón? ¿Alguien me lo explica? Bueno, yo sí me lo explico, es la dinámica de
la propia red que te va sugiriendo mini hipo micro videos de 1 segundo. O sea,
1200 visualizaciones a saber si de más de 1 segundo cada una. Aquí sí que ya
rozamos la artificiosidad de la artificialidad.
La verdad, estoy
cansado de Facebook, LInkedin, Instagram, Tik Tok, YOutube, Twitter… al que
sigo sin encontrarle el punto. Cansado de la nada. Cansado de no tener
profundidad, de pasar de puntillas por todo cuando no se trata únicamente del
flash. Cansado del exceso, del sinsentido, de los influencers, de todos los que
acaban en -ers, de tener que retratar todo lo que haces, piensas, sueñas,
comes, visitas, o compras. Cansado de sentirme mal si lo hago y también mal si
no lo hago en absoluto. Cansado de la poca sociabilidad de las redes sociales.
Cansado de la hipocresía de las mismas. Cansado, en definitiva, de la vida del
siglo XXI, virtual, irreal, efímera e instantánea.
Sí, me hago
mayor, quizá viejo, eso diría cualquiera de mis hijos adolescentes. Y yo,
frente a este cansancio, me refugio en los libros de papel, en la música, en el
paseo, en la conversación con los míos, en el tiempo de calidad en familia, en
la escucha de mis mayores.
¿Adónde vamos?
¿Adónde va la juventud? ¿Adónde se dirige la vida virtual? ¿Qué locura surgirá
dentro de 10 años que dejará Tik Tok o Twich a la altura del betún?
Solo de ponerme a
pensarlo me da dolor de cabeza y la verdad, a los 50 el dolor de cabeza hay que
pararlo en cuanto empieza si se quiere terminar con él.
Ya tengo próxima
lectura: INDEPENDENCIA, de Javier Cercas (en papel, con un té con cúrcuma y una suave melodía de jazz).
Feliz verano real
para todos.
jueves, 22 de julio de 2021
Mi yo ficcionado
Tenía yo 17 años y comenzaba a trompicones COU. Había conseguido pasar de curso por los pelos gracias a que el chantaje emocional de mis padres hacia el profesor de literatura dio su fruto y sucumbió a la presión.
La asignatura de literatura fue el escollo que no pude
solventar durante los largos dos meses y medio de verano que me tiré
malestudiando medioencerrado en mi habitación bajo la amenaza de sacarme del
colegio en el que llevaba toda mi vida adolescente y meterme de lleno a trabajar
en el campo con mi padre si no conseguía recuperar las seis asignaturas que me
habían caído.
Aunque la perspectiva de pasar semanas de calor infinito
rodeado de libros en una habitación de tres por cuatro metros me parecía
horrorosa, todavía era peor imaginarme pasándolas bajo el sol abrasador podando
vides, arrancando capitanas de campos infinitos o retirando piedras a un
remolque para que la cosechadora no recibiese golpes.
Así que me entregué al tedio de las páginas y volúmenes de
mis libros de filosofía, francés, geografía, historia y latín. Eso sí, con la
literatura no pude. Fue superior a mí. Pero, aún con todo, mis padres
presionaron y el hermano Eladio, que es como se llamaba el profesor de
literatura, aceptó aprobarme con un cinco raspado en septiembre.
COU era otra cosa: era más libertad. porque en el tiempo de
recreo salíamos a la calle; era jornada continua, dejándonos las tardes para
nuestra vida; era la cercanía con la mayoría de edad, la proximidad de la
universidad, las chicas, el alcohol, algún que otro porrete y por supuesto, mis
primeras vacaciones sin padres. Es lo que me habían prometido: si aprobaba COU
podría irme con mis colegas una semana a Ibiza. Era un buen aliciente, la
verdad, así que me comí mi propia dejadez y me bauticé en la rutina del estudio
y la constancia, pero aun así no pude hacerlo desde un punto de vista formal.
Sí, conseguiría aprobar, en algunas asignaturas incluso
destacar, pero yo iba a mi rollo, con el pelo cardado, la camisa por fuera y
las tachuelas e imperdibles colgados de ella.
Recuerdo que había un fraile, el que nos daba geografía, que
siempre me interpelaba, casi a gritos, diciéndome:
—Pérez Benedicto, pero ¿cómo puedes sacar tan buenas notas
con esos pelos de punta?
Y yo, dentro de mí, le metía un petardo entre las piernas y
le pegaba fuego al capullo. Me descojonaba viendo cómo se quemaba y pedía
clemencia mientras yo le respondía:
—¡Ahora sí que se te van a poner a ti los pelos de punta,
cabrón!
Y así terminé COU, aprobé, me fui a Ibiza, me enrollé con un
par de tías de buen ver y, con todo mi odio hacia la literatura por la mala
vida que me había hecho pasar, terminé dedicándome al periodismo y comencé a
escribir novelas, oficio del que vivo en la actualidad.
¡Anda que si me viera hoy en día el hermano Eladio! ¿Qué me
diría?
sábado, 17 de julio de 2021
Descubrimiento musical de julio-2021: SUE AVENUE
El descubrimiento musical de julio viene acompañado de una
tendencia muy habitual en la generación Z. Mis hijos, por ejemplo,
adolescentes, escuchan mucha música en Spotify pero jamás investigan quién es
el artista que está detrás de un tema que les gusta ni qué otras canciones o
composiciones ha realizado el mismo. Son efímeros, puntuales y sin
transcendencia.
Y algo así me ha pasado con varios compositores que he
descubierto este mes, de quienes ha sido complicado conocer algo más que sus
canciones. Finalmente he elegido a este, cuyos ritmos house me han cautivado.
Sue Avenue es el alter ego del productor musical
belga Pieter Santens que además compone, diseña instalaciones de video
creación y videoarte.
Su filosofía acerca de qué es la música y cómo el sonido
puede llegar a convertirse en una canción, cuál es el proceso de creación y
cuál la relación entre la realidad visual y las sugerencias auditivas que
pueden unirlo es muy interesante.
En definitiva, Ibiza blue, el tema con el que yo lo he
descubierto es una pieza maestra que aúna funk con soul y ritmos house. Una
estructura clásica de música bailable traída con arreglos al siglo XXI que te
permite escucharla en bucle sin que parezca que se está repitiendo. ES esa su
mayor magnificencia.
Si os apetece chillear (parafraseando a mis hijos
adolescentes), ponéosla, abrid una birra y ¡a disfrutar de las tardes
veraniegas!
miércoles, 14 de julio de 2021
El corazón de Inglaterra (Jonathan Coe) - mi crónica de lectura
He descubierto a Jonathan con esta novela y la verdad es que
me ha enamorado. Trata con maestría, con cinismo y con fina ironía británica
las diferencias entre la vida cosmopolita en Londres y el resto del país y su
idiosincrasia.
Su crítica a la generación de políticos irresponsables,
empezando por Cameron (niños pijos de Oxford) que llevaron al país a una
fragmentación no imaginada y a un clima de tensión clasista que condujo a la
ruptura del mismo es magistral. La candidez, por no decir la absoluta
incapacidad de los mismos para prever lo que podría suceder con una votación a
favor de la salida de la Unión Europea es retratada por Coe del modo en que
seguramente ocurrió en la sociedad británica contemporánea. Resulta muy
interesante leer las perspectivas y expectativas que, quienes organizaron la
votación por el Brexit (que incluso ellos llamaban al principio Brixit sin
enterarse de lo que el pueblo sentía y usaba) consideraron a la hora de
plantearlo, partiendo de la base de que el resultado sería un NO. Es lo que
tiene jugar con fuego, que te puedes quemar. La crítica a David Cameron es
total, después de organizar semejante pifostio, provocar la salida, el caos y
luego dejar todo el marrón al que venga después (en este caso a la que vino
después), tras su dimisión.
Más brillante todavía resulta el episodio de hiper
corrección política que sufre Sophie, por un comentario absurdo e irrelevante a
una estudiante transgénero, algo que nos debería hacer reflexionar sobre lo
imbécil que se está volviendo esta sociedad.
Las relaciones entre la prensa y la clase política
pre-Brexit, la parodia social de ciertos políticos, el momento social que se
vivía en Inglaterra, el desprecio por los inmigrantes, la gran mentira que el
gobierno de Cameron fabricó y vendió (eficazmente) consiguiendo un SI, todo
ello queda retratado de forma muy interesante por Coe.
Una novela que transcurre en un escenario, una Inglaterra
partida por la mitad, corroída por el racismo, el resentimiento de clase y el
miedo al futuro, ¿nos suena de algo por cierta parte de la geografía española?
El corazón de Inglaterra me merece un 10. Una lectura
refrescante, alejada de novela histórica y demás géneros de los que me
encontraba saturado, hilarante por momentos, muy ácida en otros, reveladora de
lo que el hecho de jugar con riesgo y con los sentimientos de la población
puede causar y por encima de todo muy entretenida.
Me lanzo ya a por sus anteriores novelas que prometen, época
Thatcher y época Blair.
La recomiendo al 100%.
martes, 13 de julio de 2021
sábado, 10 de julio de 2021
La función que sale mal - Teatro Calderón (Madrid)
El principio nos deja noqueados. Hay una pre-función en la
que algunos de los actores interactúan e interpelan al público que participa,
de algún modo, en la preparación del escenario. Muy divertido. Pero mucho más
lo es el comienzo.
Nos quedamos paralizados ante una dramatización a camino
entre el histrionismo de la gestualidad de las películas de cine mudo, la
exacerbada verbalización de los actores declamando el texto (que por momentos
parecen olvidar y por otros, les es chivado) y la paranoia desconcertante de un
escenario que se cae a trozos junto con un argumento de lo más intrigante.
La obra cobra cuerpo, interés, esencia y desternillamiento al avanzar en su trama. La actuación de sus actores es soberbia, la de alguno de ellos especialmente disparatada, divertida, empática y desde luego sus exageraciones y su sobreactuación premeditada favorecen que el público estalle en una carcajada casi continua e hilarante.
Hay momentos especialmente brillantes, como cuando la
protagonista es sustituida por la regidora, magnífica, o cuando el hermano del
asesinado hiperactúa gestualmente, baila, mueve su no-perro o simplemente muere.
Por momentos, desconecto de lo que está sucediendo porque
las lágrimas me caen a borbotones de la risa que me provoca una función como
nunca antes había experimentado.
Hay un episodio en bucle, en el que la misma escena se
repite de forma cada vez más acelerada hasta en cuatro ocasiones que termina en
una espiral de caos, risa, carcajada y locura hiperdivertida.
La función que sale mal tiene un no-título. Su resultado es fantástico, perfecto, divertido, único y perfecto para terminar unas vacaciones que han estado plagadas de momentos en familia, para recordar en los meses que vendrán. Una obra que, si gira por el resto de España no debéis perderos. Lo vais a pasar de fábula.
domingo, 4 de julio de 2021
¿Cómo pudiste hacerme esto a mí? cumple 5 años
Mi primera novela titulada ¿Cómo pudiste hacerme esto a mí? cumple cinco años y es momento de recordar dos grandes vídeos promocionales editados en su momento por Izan y Adrián.