Superado el paréntesis del Covid, que retrasó la salida de
la segunda novela de Juan José Robles, titulada Apolo no existe, y
terminada su lectura en dos días, confirmo que ha superado todas mis expectativas.
Tengo el honor, además, de participar como mecenas de su publicación, algo que
ahora ratifico como un enorme acierto.
Ya me gustó mucho la anterior, La sombra de Juana de Arco,
que reseñé en este mismo blog
y tenía una enorme curiosidad por su segunda publicación,
porque ya se sabe que los segundos proyectos son los que realmente ratifican la
autenticidad de sus autores, una vez superada la curiosidad y la novedad.
Apolo no existe ha llegado a mí tan solo unas
semanas después de que terminase la lectura de Yo, Julia, la
rotunda ganadora del premio planeta 2018, de Santiago Posteguillo, en la que
Julia Domna era su absoluta protagonista. Y esa lectura reciente me ha servido
de trampolín para aterrizar en la novela de Juan José, ya que en la suya, su
hermana, Julia Mesa, narradora de la novela, es la que adopta un papel
relevante en todo lo que sucede y cuenta sobre la vida y reinado de Heliogábalo.
Dos son los grandes aciertos de esta fantástica novela, en
mi opinión: El primero es el lenguaje utilizado, que refleja a la perfección
una época, un estilo de vida y de relación, el dominio de los poderosos que
carecen de pudor por la vida de los demás y que contextualiza de forma
inmediata la lectura una vez te sumerges en ella.
El segundo, sin duda, la elección del protagonista, el
emperador Heliogábalo, primer caso documentado de transexualidad en la historia
de la humanidad. Un tipo excéntrico, caprichoso, absurdo en muchas de sus
decisiones, despiadado siempre y ajeno a sus verdaderas obligaciones como
emperador de Roma, que supo, a pesar de su inutilidad, mantenerse cuatro años
en lo alto del trono romano.
Juan José trama una historia perfectamente verosímil,
navegando siempre en una sutil línea entre la precisión y rigor histórico de
los personajes y nombres que aparecen y la ficción novelada de los desmanes de
Heliogábalo y sus múltiples amantes y objetos sexuales. Es una perfecta
combinación que dota a la novela de una verosimilitud completa, intriga por
saber qué nueva brutalidad se le ocurrirá en cada momento, desprecio por el
personaje ante su completa inhumanidad y costumbrismo histórico aderezado por
el matriarcado de Julia y sus hijas.
La lectura de Apolo no existe ha sido un refresco en
las tardes de la #fase2, en Benicàssim, en las que los atardeceres me han dado
el sosiego que se ha visto únicamente roto por la brutalidad de Heliogábalo.
Una lectura alejada de cualquier convencionalismo de género
novelesco, o de estilo literario. Algo diferente, entretenido, intrigante y
demoledor.
Juan José, te aplaudo desde esta crónica de lectura, porque
tu espera, la del COVID, que imagino no ha sido fácil, ha valido la pena. Has
parido una novela rotunda y madura, que anticipa lo que está por venir, una
gran carrera como novelista.
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