—¡Ay Arantza! ¡Cuánto tengo que contarte y qué lejos te
encuentras! La única opción que encuentro es dejarte este mensaje en el
contestador y esperar que en algún momento, cuando regreses a casa, lo puedas
escuchar. Y es que ya he terminado la lectura de tu magnífica novela. ¿Sabes lo
que me sucedió? Decidí comprarla sin leer ninguna reseña ni comentario.
Directamente, basada mi decisión en el único hecho de que tú la habías escrito.
Y cuando la recibí y la ojeé me llevé una sorpresa porque pensé que era un
libro de relatos. Así que empecé a leerla y no entendía muy bien qué era
aquello. Cuatro mujeres dejando mensajes a contestadores de otros cuatro seres
humanos, historias inconexas, aparentemente deslavazadas pero con una gran
historia humana detrás de cada una de ellas. Mi intriga no hacía más que
crecer. El libro no me permitía dejarlo y a medida que avanzaba en las cuatro
historias me preguntaba, pero ¿esto qué es? Claro, el sol de agosto me
acariciaba junto con la brisa del mediterráneo, relajado, de vacaciones y ese
ambiente aún me ayudaba más a continuar disfrutando de la lectura.
Intenté también leer cada historia continuada, es decir,
saltarme las otras tres y terminar cada una en su totalidad, pero en seguida vi
que así no funcionaba la novela. Fue justamente el intercalado de sus cuatro
voces lo que más interés suscitó en mi lectura y cuando me di cuenta, me
encontraba ya de viaje con ellas, conviviendo con la separación de Marina,
acompañando a Carmela en su despedida, entendiendo los sinsabores del momento
en que Sara se encontraba y quedándome absorto con la dura vida de Viviana.
Tienes una prosa, Arantza, prodigiosa. Embelesa, te abstrae
de los problemas, te involucra y te hiere con la dureza de algunas partes del
relato. Te hace sonreír y te lleva a generar una leve lágrima, íntima,
comprensiva con quien la necesita. Es una prosa preciosista, cercana, humana y
ágil que enaltece las cuatro vidas narradas.
Por supuesto lo más original de la novela es la voz elegida.
Para mí, Arantza, eres una maestra. Una escritora que sabe tejer una historia
global, coherente a través de cuatro vidas aparentemente inconexas, sin
diálogos, a cuatro voces individuales, entregadas a una máquina, cada una a su
contestador. Y aunque hay ausencia de réplica en esos mensajes, puedes entender
perfectamente cuál sería y cuál será. Y eso hace todavía más creíble tu novela.
No sabes cómo he disfrutado, Arantza. Tanto, que me he
quedado con ganas, con ganas de más, de leerte más y pronto. Así que a ello me
voy a encaminar. Te has convertido en una de mis escritoras preferidas, algo
que ya intuía por los comentarios de muchos escritores, colegas algunos de
ellos de la última Microquedada relatista y solo espero que, en un futuro
cercano, quizá en la XIX Microquedada “gallega, pueda tener la fortuna de
conocerte más en directo, en persona, y podamos conversar y sembrar una
amistad.
Y ya me tengo que despedir que si no la cinta del
contestador se acaba. Me quedo esperando, esperando y esperando tu próxima
historia, que seguro será original y muy personal. No tardes, ya te estoy
echando de menos.
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