Tras la lectura de Rosa de los vientos, Nina Peña se
convirtió en una de mis escritoras favoritas. Así que la lectura de ¿Cómo
que a qué huelen las nubes? era un obligado deleite al que me lancé
este principio de año.
Tiene esta novela muchos puntos para gustarme: la estructura
a cuatro voces, la historia familiar, el viaje de las hermanas a Escocia, el
descubrimiento de unas cartas escritas en papel… además de la forma de
narrativa que Nina posee que te atrapa desde el primer momento como si las
páginas de sus libros tuviesen manos que se entrelazaran con las tuyas y no te
dejasen soltarlo.
Pero esta novela (que escribió antes de Rosa de los vientos)
tiene algo más.
Ofrece una visión más unilateral del feminismo, tiene un
posicionamiento de su autora que otorga también a sus personajes. Un
posicionamiento en el que la figura del hombre como pareja sale malparado, y en
el que la mujer busca crear su propio destino sin necesidad de que ello deba ir
acompañado necesariamente por una vida en pareja.
Nada que objetar a este posicionamiento, pero cuando se hace
de forma tan explícita siempre me planteo un juego y es rehacer el texto leído
cambiando los géneros y viendo si, en ese caso, sería tan válido como en la
forma en que se ha escrito o si, por el contrario, sería más criticable.
Nina escribe esta novela con más diálogo que Rosa
de los vientos. Eso le da más rapidez, más agilidad, y aunque no
mencione en cada línea del mismo quién está hablando, no es necesario pues se
puede entender sin problema quién es cada persona que participa en él, por ser
tan clara la voz de cada hermana.
Pero Nina eleva el discurso en esta novela muy por encima de
todo lo que acabo de escribir, nos invita a hurgar en valores fundamentales,
filosóficos, del ser humano. Nos obliga a recapacitar sobre la lealtad, sobre
la sinceridad en lo que cada uno creemos íntimamente, sobre el amor verdadero,
y lo que él determina en nuestras vidas, y sobre el oscurantismo de los
secretos que, sin ser aireados, terminan pudriéndose generando dolor y
tristeza.
Esta novela está protagonizada por cuatro hermanas, pero
cualquiera de nosotros lectores, hombres incluidos por supuesto, podemos
identificar episodios de nuestra vida, anécdotas y situaciones que nos han
pasado y conflictos que hemos tenido que afrontar porque la vida de las cuatro
es un compendio de la vida misma, sin tapujos, sin velos ni florituras
literarias. Ellas son un reflejo de nuestra vida. Espe, María, Fe y Pity tienen
vidas muy diferentes, nos muestran posicionamientos vivenciales dispares pero
tan creíbles, tan realistas que podemos identificarlos cerca de nuestras vidas
y es ese realismo en mi opinión el que confiere a esta novela su enorme
atractivo.
Ha sido un buen comienzo de año lector. Nina, una vez más me
ha capturado en su historia y una vez terminada la segunda novela que leo suya
puedo confesar que soy ya, un incondicional lector, para todo lo que escriba.
Así que aquí me quedo esperando, huérfano de nueva novela,
Nina… Te espero.
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