Es difícil resumir lo que ayer supuso para mí descubrir la banda CÁNDIDA en su concierto en La Bohemia de Castellón.
Acudimos al concierto con la incertidumbre de no saber nada de ellos, pero con la certeza de que acertaríamos ante una programación diseñada con pulcritud creativa y de calidad para La Bohemia por Manu Vives.
Y es que asistir a un concierto de una banda que jamás has
escuchado es todo un riesgo. Debo confesar que había visto tímidamente parte de
los vídeos promocionales de su nuevo disco, Galgos o Podencos y lo
que había escuchado me había parecido emocionante. En una actualidad musical
aburrida y protoproducida, repetitiva de fórmulas machaconas cuando no ya
trilladas, descubrir un grupo con la singularidad, la calidad musical y el
desaforamiento vocal de Candi fue una explosión de placer.
Es ésta una confirmación más del buen ojo de Manu Vives en
la programación cultural de su espacio, La Bohemia.
CÁNDIDA no suenan
a nada conocido o reconocible. Suenan a ellos mismos, a una banda fronteriza
entre varios géneros, suenan a tango, suenan a noise por momentos, algunos reflejos de Esclarecidos, una versión
de Ilegales, también a jazz fusión, a pop entendible e incluso a Mercedes
Ferrer. La voz de Candi es descomunal, te sobrepasa como una avalancha sonora
para luego acariciarte como terciopelo finísimo. Tiene tantos matices y dimensiones
que no se la puede describir.
CÁNDIDA son la
primera joya que descubro en 2018 y gracias a grupos como ellos sigo creyendo
que la música es un mundo en el que bucear, en el que buscar esos seres
singulares, diferentes a todo lo conocido, relativos, que son para mí una
fuente inmensa de placer y de quienes me declaro, desde ya, fan incondicional.
PD:Mamen, te los recomiendo!!!!!
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