Siempre que cae por mis manos cualquier libro o crónica de
Damasco me lanzo a ellos con entusiasmo, porque la capital siria ha sido uno de
los lugares más evocadores que he visitado en muchas ocasiones. Lamentablemente,
he tenido que hacer la anterior consideración en pasado, ya que todo lo que
Damasco ofrecía al visitante ha pasado a ser historia y me temo que tendrán que
pasar muchas décadas hasta que podamos volver a ver (si es que algún día se
puede) el esplendor que tuvo hace ya casi una década.
El libro de Tomás Alcoverro está planteado como relatos
cronológicos de un corresponsal de la zona que va narrando las peculiaridades,
las esencias de los acontecimientos que sucedían en Siria desde sus primeras
visitas a principios de los 70.
Su distribución en capítulo-relatos de 3-4 páginas anima a
una lectura rápida, entretenida, que te deja con ganas de más y que aleja la
pereza de la lectura en aquellos que no tengan su hábito muy asentado.
Lujosamente prologado por el exministro de asuntos
exteriores Miguel Ángel Moratinos, Tomás nos lleva de la mano hacia la espiral
de destrucción y desolación a la que la mal llamada primavera árabe arrastró al país de oriente medio.
Da un placer (y a
la vez un gran dolor) recorrer con el texto de Tomás las calles del barrio
cristiano al que se accede una vez franqueada Bab Touma, el antiguo mercado damasceno de Hamidiye, la Gran
Mezquita de Damasco (donde descansan restos de San Juan Bautista) o el intrincado
callejero alrededor de ellos así como enclaves llenos de historia y energía
imborrable, como Maalula (uno de los últimos lugares de la tierra donde todavía
se habla Arameo, el idioma de Jesús) o Palmira.
Leyendo
el libro de Tomás, he recordado tantas cenas en los restaurantes de la montaña
Ben Jabal, desde los que se veía Damasco de noche, imponente, llena de
minaretes iluminados con luces verdes y sobre todo llena de paz y de seguridad.
También los viajes a los polígonos industriales de los alrededores de Damasco,
a Yarmouk Camp, el barrio palestino donde disfruté en veladas inolvidables y
sobremesas con mis amigos Abdel Karim y Fadia. Recuerdo tantas noches pasadas
en el Hotel Cham Palace, los paseos por las calles que lo circundaban, donde se
podían comprar CD’s musicales a bajo precio, degustar la rica gastronomía
siria, ver a sus gentes, los mercadillos de fruta y verdura o simplemente
sentarme a leer un libro en cualquiera de sus parques.
También
en muchas ocasiones conduje por la carretera que conduce a Beirut, me detuve en
el paso fronterizo que tan rápido se hacía para un europeo y tan lento para un
turco (mi acompañante, Attila, de cuya mano descubrí este magnífico país y de
quien tanto aprendí).
Tomás nos relata también su experiencia en
Beirut, nos habla de su esplendor, de su libertad en un marasmo de limitaciones
geográficas, de su desgraciada guerra y de su renacimiento (momento en el que
yo la descubrí).
No tuve ocasión de visitar en tantas ocasiones Beirut como lo hice con Damasco, pero las contadas ocasiones que deambulé por sus calles me enamoró. Hace un tiempo escribí un relato titulado Atardecer en Beirut, pronto lo publicaré.
Para
todos aquellos que nunca pudieron o quisieron visitar Siria, para todos los que
están contagiados de los únicos mensajes que llegan hoy en día de aquella zona,
de destrucción, de atentados, de miseria, es éste un libro necesario. Para
comprender por qué es tan injusto, tan inhumano y tan cruel que el veneno de la
guerra sin sentido siempre, pero en este caso más, en la que nadie sabe muy
bien quién lucha contra quién, quién es el bueno, quien es el menos malo y por
qué se está destruyendo una cuna de civilizaciones, haya prendido en aquella
tierra de paz y de ejemplo de convivencia entre distintas religiones, hoy en
día destruida por completo.
Rezo
al Dios en el que no creo para que un día todo termine y podamos volver a
caminar por las calles de la vieja Damasco, con calma, con tiempo para mirar a
los ojos a sus viandantes, y con la serenidad para respirar el aire de su
historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aguardo tus comentarios: