lunes, 12 de agosto de 2019

Llenos de vida - mi crónica de lectura


Si hay una época que me pueda interesar de la mal llamada américa, queriéndose referir a la estadounidense, es la de los cincuenta. Esa década en la que se construyó y alimentó el concepto de “american way of life” cuando en realidad tendría que haber sido el “united states way of life”. En cualquier caso y pasando de megalomanías yanquis, esta novela de John Fante me ha entretenido. Me parece un buen reflejo costumbrista de una sociedad en cierto modo pacata, apegada a las costumbres tradicionales transversales a todos los mundos y culturas, como son la familia, la tierra y las convicciones religiosas. 

Refleja con cierta acidez ese tono pastel de las comedias de los cincuenta en el que una familia (en este caso de Los Ángeles) quiere medrar, tener una casa propia, un jardín y vivir dentro de un barrio residencial como si de ese modo su mal denostada clase media subiese un peldaño hacia no se sabe muy bien qué clase.

Y John Fante describe la forma de pensar de ese momento con maestría. Las réplicas del padre son magistrales, proverbiales casi diría y de pura lógica. La sumisión del hijo ante tales frases rematan una caracterización del protagonista de un quiero y no puedo, que desvela que en el fondo sigue siendo el hijo abnegado y sumiso que fue de niño, aunque haya pasado a ser guionista de Hollywood.

La conversión al catolicismo de su mujer es ya un episodio hilarante, por no hablar de la explicación que el párroco ofrece como justificación de que creer en Dios y en todo el evangelio es lo más lógico.

He descubierto con John Fante a un escritor interesante. Ahora me toca descubrir sus películas, sus guiones y leer la novela que me fue recomendada en facebok por David Vivancos este mes, La hermandad de la uva.

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