Mis pupilas analizan cada recoveco de la imagen que
tienen delante. El alba las dilata al máximo cuando contemplan a ese ser que
las mira con normalidad. La expresión que ven es serena, amigable, rezuma
satisfacción y seguridad. Su piel ha adquirido la perfección inequívoca de los
cuarenta y el plateado de la barba refuerza la media sonrisa que encuadra. El
conjunto es armónico. Refleja un sentimiento equilibrado, plácido y plenamente feliz.
Me reconocen finalmente. Soy yo.
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