Crear el
tiempo
Toda nuestra
vida discurre por un estrecho corredor donde se nos consume el tiempo. Siempre
faltos de él, tantas veces nos gustaría que el día durase más de veinticuatro
horas. Y en esa falta absoluta de control sobre el mismo, muchas veces hemos
imaginado y, tal vez, soñado, con la posibilidad de “comprar”, cuando no
“crear” tiempo.
Sin duda
sería el negocio de la década (yo diría del siglo), poder comprar tiempo.
Imaginémonos realizando una compra a través de un portal de Internet y pagando
con Paypal por una hora y media para el próximo sábado, si necesitásemos un
tiempo extra para ponernos al día con tanto trabajo atrasado. O por ejemplo
comprar un par de horas del último día de nuestro viaje de novios para alargar
la delicia del momento. Si lo pensamos bien, las posibilidades son infinitas.
Interesante
también sería cómo y quién establecería los precios. ¿Habría período de
rebajas?, ¿se incrementarían con el IPC anual o con otro índice relativo a
otros parámetros? ¿Se podría regalar a modo de cheque regalo? Y los precios,
¿cambiarían de un país a otro y según en qué moneda se pagasen? ¿Valdría lo
mismo un cuarto de hora comprado en la City de Londres que si se comprasen en
un pequeño pueblo del interior?
Hoy en día
esto nos parece ciencia ficción. Pero ¿qué pensaron los ciudadanos del momento
cuando Julio Verne anticipó el viaje a la luna, o la inmersión a bordo de una
“nave” bajo el fondo del mar?.
Desconozco
si algún día, en décadas o siglos posteriores alguien podrá leer este texto.
Si eres tú
quien lo está leyendo, ten en cuenta que estamos en el año dos mil trece, que
estamos en crisis y como ya imaginarás la crisis obliga a estrujarnos el
cerebro y la creatividad para parir textos como este.
Pero
cuéntanos, ¿a cuánto está el minuto en el año en el que estés viviendo?...
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